Probablemente la palabra anhedonia te suene desconocida o al menos extraña. Es el término que se utiliza para describir el problema que sufren aquellos que son incapaces de disfrutar de los placeres. Su origen está en el griego, an– ‘falta de’ y hedoné ‘placer’ y es que precisamente es la ausencia de hedonismo, satisfacción o placer en cualquier aspecto de la vida, con el que se disfrutaba préviamente, incluído el sexual.
Desde hola.com explican que «puede aparecer de forma gradual y que puede estar asociado a problemas de salud mental como el trastorno bipolar o depresión».
La profesora de neurociencia de la University of Reading, Ciara McCabe, explica en un artículo para The conversation que, un síntoma común de la depresión que a veces se pasa por alto es precisamente la anhedonia, o lo que es lo mismo, la sensación de que las cosas que antes nos gustaban ya no resultan interesantes o placenteras y añade «Si una persona experimenta anhedonia durante un periodo prolongado (al menos dos semanas seguidas), se le puede diagnosticar depresión, aunque no se sienta triste ni decaída».
Por otra parte, Pilar Conde, directora médica de Clínicas Origen explica en Hola que «la falta de deseo, por ejemplo, para interactuar con la familia y amigos, provoca que la persona se aísle. Este aislamiento, a su vez, contribuye a intensificar su estado de ánimo decaído, incrementando las sensaciones de soledad, desánimo y desamparo característicos de algunos episodios depresivos».
A su vez McCabe matiza,«como la anhedonia reduce la alegría de vivir, tratamientos como la activación conductual (una forma de terapia hablada) podrían ser mejores para combatirla» y es que se trata de una terapia para ayudar a las personas con depresión a dar pasos sencillos y prácticos para volver a disfrutar de la vida. Aunque puede ser complicado, ya que la propia naturaleza de la anhedonia incluye falta de motivación para hacer cualquier cosa y eso incluye acudir a una terapia.
Conde explica que lo importante para combatirla es solucionar los aspectos asociados a ella, como por ejemplo la ansiedad, así conseguiremos que el sujeto recupere poco a poco el placer de ‘los pequeños actos’ . «Todo esto puede ser acompañado de farmacología y mucho ejercicio físico que eleve los niveles de dopamina del sujeto. El aislamiento agrava todos los síntomas y la socialización mejora radicalmente todos los síntomas», explica.
Por otra parte McCabe explica que «los antidepresivos dirigidos a los neurotransmisores implicados en el sistema de recompensa (como la dopamina) podrían ser más adecuados para los pacientes con anhedonia. De hecho ya hay estudios que muestran que uno de ellos, la ketamina, podría ser prometedor” .
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