El horario ‘de oficina’, el intensivo en el que se reduce su jornada en los meses de verano supone para la gran mayoría de todo un alivio y más tiempo para dedicarlo a uno mismo. Sin embargo, no todos los trabajadores corren la misma suerte y los hay quienes se someten al trabajo por turnos.
La definición legal (art. 36.3 ET y art. 19 Real Decreto 1561/1995, de 21 de septiembre) del trabajo por turnos es «toda forma de organización del trabajo en equipo según la cual los trabajadores ocupan sucesivamente los mismos puestos de trabajo, según un cierto ritmo, continuo o discontinuo, implicando para el trabajador la necesidad de prestar sus servicios en horas diferentes en un periodo determinado de días o de semanas».
Según esta modalidad, los empleados pueden estar trabajando varios días de corrido, incluidos fines de semana y festivos, a cambio de un determinado número de días de libranza.
Estas jornadas tan desconcertantes afectan especialmente a sectores como minerías, hidroeléctricas o instalación de redes de energía o hidrocarburos. En ellos, las empresas demandan una disposición completa del trabajador durante un periodo de días. Eso sí, siempre deben hacerse de forma rotativa.
En definitiva, se trata de jornadas laborales que carecen de toda rutina, pero en muchos casos se vuelven repetitivas, y sin horarios definidos, lo que supone un alto impacto en la salud de los trabajadores que la sufren.
Sobre todo cuando estos turnos obligan a los individuos a estar un tiempo durmiendo durante el día y ejerciendo su puesto durante la noche y viceversa. No lo decimos nosotros, lo dice la Universidad de Harvard.
El centro privado sostiene que esta modalidad afecta a entre el 15% y el 30% de los trabajadores en Estados Unidos y Europa. Y sus efectos perjudican, por encima de todo, al sueño de los afectados.
«Se caracteriza por importantes problemas para conciliar y mantener el sueño, o dormir cuando se desea. Esto se debe a que el trabajo por turnos altera la alineación normal del cuerpo con el ciclo de sueño-vigilia de 24 horas llamado ritmo circadiano», apunta Eric Zhou, profesor asistente en la División de Medicina del Sueño de la Facultad de Medicina.
Asimismo, explica que las personas con una jornada normal de trabajo (de 9:00 a 17:00) están «alineadas con el reloj circadiano interno de su cuerpo» y salen cuando aún está el sol; mientras que los empleados por turnos «están trabajando en contra de las inclinaciones naturales del universo, no solo de las de sus cuerpos».
Una opinión que ya compartió el Journal of Clinical Sleep Medicine en 2022 cuando publicó una investigación en la que relacionaba el trabajo por turnos con mayores riesgos de sufrir ataques cardíacos o diabetes.
Es más, el estudio sugería que estas jornadas incluso podían derivar en el síndrome metabólico —grupo de afecciones que aumentan el riesgo de sufrir cardiopatía coronaria, diabetes, accidente cerebrovascular (en inglés), y otros—, así como algunos tipos de cáncer.
Desde Quirón añaden, además que el trabajo por turnos rotativos exige una carga física, mental o emocional y la falta de sueño o descanso puede desembocar en fatiga crónica, estrés crónico, síndrome de ‘Burnout’ o en los casos más graves, trastornos de ansiedad y depresión.
Sin olvidar que esta falta de rutina y horarios descontrolados también pueden alterar las relaciones de pareja, familiares y sociales e, incluso, pueden llegar a provocar trastornos en la alimentación y gastrointestinales.
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