En declaraciones a ABC, Aura Dulcinea Herrera especialista en Endocrinología del Hospital Universitario Reina Sofía (HURS) e investigadora del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica (IMIBIC) explica que «es fundamental diferenciar entre el azúcar presente de forma natural en los alimentos y los azúcares libres. Los alimentos naturales no solo contienen hidratos de carbono (azúcares), contienen también vitaminas, minerales y fibra en diferentes proporciones».
Los azúcares libres son según la OMS, «los monosacáridos y disacáridos añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores, así como los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes, los jugos de fruta y los concentrados de jugo de fruta». Estos aumentan significativamente las calorías ingeridas y por lo tanto el riesgo de obesidad o sobrepeso. Algo que no es solo un problema estético explica la experta, sino que es una enfermedad crónica «que se acompaña de múltiples complicaciones metabólicas como la diabetes, hipertensión arterial y enfermedades cardiovasculares».
Consumir azúcar en exceso es un factor de riesgo para desarrollar enfermedades metabólicas, cardiovasculares, neurológicas e incluso algunos tipos de cáncer, explican desde el mismo medio. Incluso está demostrado que tomar muchas grasas saturadas, azúcares añadidos y muy poca fruta, verdura y fibra puede afectar a la microbiota intestinal, en concreto a su composicíon y funcionalidad.
A su vez desde Saber Vivir se refieren a unos investigadores de la Universidad de Columbia que han demostrado en experimentos en ratones que «el azúcar altera la flora intestinal, dando lugar a una serie de procesos que conducen a enfermedades metabólicas, prediabetes y aumento de peso».
Y es que después de alimentar durante cuatro semanas a los ratones con una dieta rica en azúcares y grasas, su microbiota intestinal había cambiado drásticamente, «aumentando el número de bacterias dañinas y reduciéndose drásticamente la cantidad de bacterias protectoras», explican. Y a su vez esa disminución de bacterias protectoras habían provocado una disminución de un tipo de células inmunitarias del intestino: las Th17, que son necesarias para prevenir enfermedades metabólicas, diabetes y aumento de peso.
Algo que explican también desde ABC, «una ingesta elevada de azúcar puede desequilibrar la microbiota, como consecuencia, aumentan su propiedades proinflamatorias y disminuyen su capacidad de regular la integridad epitelial y la inmunidad de las mucosas», teniendo muchos efectos nocivos para la salud. Y es que según estos estudios, el alto consumo de azúcares «aumenta la abundancia relativa de Proteobacterias en el intestino, al mismo tiempo que disminuye la abundancia de Bacteroidetes». Por todo ello los expertos recomiendan reducir su consumo y tomar el azúcar que procede de los alimentos naturales como frutas o cereales.
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