Lo explican desde Uppers, que cuentan que la idea se basa «en las propiedades físicas de la materia que provocan que, con el calor, las moléculas de los materiales, tanto sólidos como líquidos o gaseosos, se expandan haciendo que ocupen más espacio».
En el caso concreto de la gasolina o el gasóleo, «una temperatura baja haría que la misma cantidad del producto ocupe menos espacio que si se encuentra expuesta a unas condiciones ambientales más calurosas», lo que secundaría la idea de que a temperaturas más bajas, «el mismo volumen de combustible ocupe menos espacio en el depósito y se llenen más litros a un precio menor». Sin embargo según los expertos «se trata de una creencia popular infundada».
Y es que en casi todas las gasolineras la temperatura del combustible se mantiene estable, ya que cuentan con cubas subterráneas dónde este se almacena. Por eso esas supuestas dilataciones ocasionadas por el calor del exterior no afecta en absoluto al combustible almacenado en ellos. Es decir, no hay ninguna diferencia entre llenar el depósito por la mañana a hacerlo por la tarde.
Lo que sí puede suponer un ahorro en el gasto son medidas como planificar nuestro viaje, algo que aconsejan desde la web del RACE ,que además de permitirnos llegar a nuestro destino lo antes posible y de la manera más segura y fácil, nos permite ahorrar combustible. Y es que «alargar solo diez minutos el viaje de una hora puede provocar un aumento del consumo en gasolina o gasoil de hasta un 14 por ciento», explican.
Mantener una velocidad uniforme y usar el aire acondicionado solo cuando sea necesario, esto es en carretera (en ciudad mejor bajar las ventanillas), también ayudará a regular nuestro consumo de combustible. Además de llevar los neumáticos a la presión correcta, ya que conducir con una presión de 0,5 bares inferior a la correcta hace que nuestro consumo aumente un 2 por ciento en áreas urbanas y un 4 por ciento en las interurbanas, explican desde el RACE.