Ducharnos es el primer gesto de belleza, pero ¿sabes qué momento del día es mejor hacerlo para que resulte más saludable? Si eres de los que prefiere ducharse por la mañana sabrás que es una forma excelente de comenzar el día frescos para afrontar la jornada. Sin embargo hay quién cree que es poco higiénico acostarse con suciedad acumulada. Hablamos de qué es mejor ducha matutina o nocturna.
La doctora Sara Carrasco, miembro de la Academia Español de Dermatología y Venereología, en declaraciones a la Revista Saber Vivir explicaba que «todo dependerá de la actividad que realices en tu vida del día a día. Si no tienes un trabajo en una obra, no pasa nada porque te vayas a la cama y no te hayas duchado”.
Si trabajamos en un entorno muy sucio dónde hay moléculas en suspensión, pintura o suciedad, no es nada conveniente irnos a la cama sin ducharnos y con todas esas partículas adheridas a nuestra piel. Aunque la dermatóloga explica que es más recomendable en general ducharnos por la noche ya que es «cuando la piel va a activar todos sus mecanismos de reparación”.
¿Sabías que…
Para ducharte bien no necesitas emplear más de 90 segundos…
Primero, debes echarte jabón y repartirlo por todo el cuerpo
Después, aclárate con agua muy fría durante 30 segundos.
Sube la temperatura y aguanta estoicamente bajo el chorro de agua caliente unos 30 segundos más.
Por último, emplea 30 segundos para aclararte con agua helada
Por otra parte hay factores psicológicos en lo que a la ducha se refiere. Puede afectar al estado de ánimo y a los sentidos. Si prefieres ducharte por la mañana te ayudará a despertarte (los geles con notas cítricas son energizantes) y sin embargo por la noche te ayudará a relajarte y desconectar y más si añades alguna fragancia calmante entre los productos que uses.
En cuanto a cómo debe ser la ducha, según la experta: “Desde el punto de vista de la salud, no te duches ni mucho rato, ni friccionando la piel ni con agua muy caliente…..Así evitas eliminar tu protección natural. «Tampoco te seques frotando la piel con la toalla”. El agua caliente puede secar la piel y hacer que se vuelva más sensible ya que reduce sus aceites humectantes naturales y alteramos su PH.
El agua fría activa la circulación periférica y los músculos. Lo más aconsejable es terminar la ducha con el agua tan fría cómo puedas soportar, desde los pies hacia arriba. Una manera natural de revitalizarte.
En cuanto a la frecuencia debes tener en cuenta que tenemos una protección, una barrera lipídica, que nos defiende de la contaminación, de la oxidación y de las bacterias. En esa barrera lipídica vive nuestra microflora a la que estaremos agrediendo si nos lavamos en exceso.
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