Y es que un aspecto concreto de esta ‘inclusión’ de nuestras mascotas en la familia como un hijo o miembro más es la costumbre de meternos en nuestra cama o dejar que duerman con nosotros.
Algo que tiene sus pros pero también sus contras. El primero de los beneficios es que está demostrado que interacción con animales disminuye los niveles de cortisol, la hormona relacionada con el estrés además de reducir la presión arterial por lo que nos deja más relajados. Sabiendo esto, explican desde El Diario, «es fácil entender que algunas personas pueden encontrar bienestar emocional cuando duermen con sus mascotas. El estrés y la ansiedad están detrás de muchas alteraciones del sueño, y estas personas se pueden sentir más seguras y cómodas cuando comparten su cama con su mascota. Este sentimiento de seguridad puede reducir los niveles de ansiedad y facilitar un sueño más reparador».
Otro problema es que sobre todo si son cachorros o muy mayores, pueden hacerse pis en la cama, con la molestia que eso conlleva para el o los dueños. Además de acarrear, especialmente en personas mayores o con el sistema inmunitario debilitado, otros problemas de salud como infecciones bacterianas, tiña, toxoplasmosis y ciertos tipos de parásitos intestinales que pueden ser transmitidos por mascotas. Además de que pueden suponer un problema para personas alérgicas.
De cualquier forma es una decisión muy personal, pero si decides que quieres dormir con tu perro, lo aconsejable es mantener una higiene muy estricta, llevarle al veterinario para sus revisiones y vacunas y cambiar con mucha frecuencia las sábanas. Otra opción es compartir dormitorio pero no cama, que tu mascota tenga su propia camita.
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