Antes de realizar cualquier intervención o trasplante capilar, hay que tener en cuenta las características personales de cada uno ante los efectos adversos que se pueden presentar o los diferentes riesgos que suponen este tipo de operaciones. Para ello es muy importante acudir a clínicas especializadas y consultarlo y meditarlo con un médico previamente.
Cada vez son más las personas, tanto mujeres como hombres, que en España deciden someterse a este tipo de intervenciones como solución a la pérdida de cabello o la calvicie, ya que se trata de una operación segura, poco invasiva y ambulatoria, es decir, que no se requiere el ingreso y estancia en un centro hospitalario. Pese a los resultados positivos en la gran mayoría de casos y los pocos riesgos que suele suponer en los pacientes, es cierto que siempre hay posibilidades de padecer efectos adversos.
Aunque estos puedan resultar preocupantes en un principio, muchos de ellos son comunes en gran cantidad de pacientes a causa de que estas zonas en las que se ha intervenido, de repente, sufren cambios inesperados. Entre estos efectos secundarios destacan los que citamos a continuación.
Posibles efectos secundarios tras un trasplante capilar
El sangrado es uno de los más comunes, por lo que se tiene mucho conocimiento y control. Para combatirlo se sigue un tratamiento de medicamentos vasoconstrictores y la aplicación de presión, y para reducir las posibilidades de que esto ocurra es necesario realizarse una analítica previamente.
Aunque se toman muchas precauciones, también es posible sufrir infecciones dada la sensibilidad de la zona operada y es algo bastante común. En caso de tener una, es posible controlarla limpiando la zona y mediante antibióticos.
Algo que no es tan común es la reacción alérgica, aunque como en todo, siempre cabe al menos una mínima posibilidad de que ocurra. Para evitarla es importante consultar al médico previamente para evaluar los posibles efectos secundarios que el paciente pueda enfrentar a los distintos fármacos que se recetarán antes y después de la operación.
La mayoría de personas que se someten a este tipo de intervenciones aseguran que es un tratamiento no doloroso, aun así, es necesaria la aplicación de anestesia local que sí que duele durante algunos minutos. Tras el injerto, el dolor es algo que se controla más fácilmente por medio de analgésicos convencionales.
La pérdida temporal del cabello también es posible. El Shock Telógeno ocurre debido al estrés por el proceso en sí mismo y hay que tener en cuenta que es algo natural, por lo que no debería ser preocupante, al igual que ver resultados distintos a lo esperado o encontrar zonas asimétricas. Es importante crear expectativas realistas.
La pérdida de sensibilidad es algo frecuente, aunque si acaba resultando muy molesto, debes acudir a tu médico y consultar mejor tu caso para evitar riesgos mayores. Además, la aparición de granitos también es algo común, aunque es muy recomendable revisarlos cada poco tiempo por si suponen un impedimento al resultado del tratamiento.
Los tipos de cicatrices tras la intervención
Algo que también suele preocupar son las cicatrices que deja la intervención. Actualmente, existen dos métodos para la obtención de las unidades foliculares de la zona donante. El primero, conocido como «Método de la Tira» (FUSS – Follicular Unit Strip Surgery), implica la extracción de un fragmento completo de cuero cabelludo, lo que resulta en una cicatriz longitudinal poco estética en la parte posterior de la cabeza. Para minimizar esta cicatriz, se ha evolucionado hacia la aplicación más común en la actualidad.
La segunda técnica más avanzada se llama Técnica FUE (Follicular Unit Extraction), en la cual se crean pequeños cilindros en el cuero cabelludo para extraer las unidades foliculares de manera individual. Esto da como resultado cicatrices de menos de un milímetro, que suelen ser prácticamente imperceptibles cuando son realizadas por un cirujano experimentado.
Estas cicatrices tienden a ser mínimas y se vuelven menos notables con el tiempo, pero es importante mantener expectativas realistas con respecto a los resultados.
