Lo primero es comprobar que el jamón está bien sujeto al jamonero y que no se moverá cuando empecemos a cortar, recomiendan los expertos de enriquetomas.com.
Respecto a por donde empezar, «Para un consumo familiar y casero, la mejor opción es empezar el jamón por la babilla, es decir, por la parte más estrecha», explican desde El Confidencial. Esta parte suele estar más curada y si queremos evitar que se quede muy seca o dura, lo mejor es consumirla la primera.
Una vez hecho esto tenemos que cortar la carne, para ello necesitamos un cuchillo bien afilado y corto para retirar lo primero, desde el hueso hacia la punta del jamón, la capa de corteza y grasa que protege la zona de la babilla, que reservaremos para tapar la zona por dónde hemos abierto el jamón. Después continuaremos por los laterales de donde quitaremos entre dos y tres dedos de grasa.
Para conseguir que nos quede finito, lo ideal son lonchas de unos seis centímetros y un ancho igual a la superficie de la pieza, el truco es «mantener el cuchillo lo más horizontal posible para evitar clavar la punta en el jamón y estropear el producto y cortar siempre en dirección opuesta a la caña», matizan. Para ello debemos cortar con movimientos en zig zag y cortar la siguiente loncha en el punto donde finalizó la anterior, para mantener así la superficie del jamón recta.
Y cuando ya no puedas cortar más lonchas de jamón, desde Enrique Tomás, recomiendan hacer taquitos con la carne más dificil de cortar, que podremos aprovechar para hacer otras recetas. Los huesos podemos aprovecharlos para hacer un buen caldo.
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