La vuelta a la rutina después del verano no supone tarea fácil para nadie. El repentino ajetreo, las tareas del hogar, la necesidad de escapar, la vida social, el ejercicio… todo ello necesita tiempo y a veces resulta imposible cuadrar todo en el día para cumplir debidamente.
Al ver tantas actividades por cumplir y pensar que 24 horas no son suficientes, nos sometemos a situaciones de nerviosismo incluso sin darnos cuenta. Nuestro organismo empieza a producir hormonas del estrés, como el cortisol. Un estudio de la Universidad de Washington demuestra que estas situaciones que generan este tipo de secreciones, pueden desembocar en estragos en nuestra salud mental y física, tales como la depresión o la ansiedad.
Para combatir esto aparece la dopamina que, cuando estamos bien, siempre está en constante equilibrio con el cortisol, pero cuando los momentos de estrés se vuelven cada vez más frecuentes, se cronifica, haciendo que poco a poco perdamos la capacidad de producir dopamina.
Si esto ocurre, corremos el riesgo de que nuestras funciones motoras, emotivas, afectivas y endocrinas se vean afectadas, por lo que hay que saber identificar cuál es el límite y el equilibrio para poder mantener un bienestar general.
Cuando mantenemos los niveles adecuados de dopamina, podemos enfrentarnos a los desafíos del día a día, lidiando así de la mejor manera posible a los momentos de estrés. Algunas de las actividades que puedes implementar en tu rutina para que esto se cumpla son las siguientes:
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