Aunque en ocasiones le atribuimos a la luna cualidades que tienen que ver con los colores o con la vinculación a alguna actividad humana (Luna azul. Luna rosa. Luna de sangre. Superluna. Luna del esturión. Luna de la cosecha), la luna no tiene colores ni está relacionada con los apelativos que el hombre le ha puesto.
Raúl Muñoz, que además de ser el presidente el Grupo de Observadores Astronómicos de Ávila, GOAA, es colaborador de la sección ‘Paraje de Estrellas’, en la Cadena Ser, ha repasado algunos de estos nombres y a qué se debe que veamos la luna de diferente color. Muñoz ha explicado que la luna siempre es blanca, no tiene luz propia, refleja la luz del sol y su color siempre se ve afectado por elementos de la atmósfera terrestre. «Los colores con los que vemos a veces a la luna se deben al filtro en que se convierte la atmósfera terrestre cuando miramos al cielo. Elementos como la contaminación, el vapor de agua o polvo en suspensión hace que observemos esos otros tonos», explicaba el experto.
Por ejemplo, la Luna azul, que pudimos ver por última vez el pasado 31 de agosto, no tiene nada que ver con el color azul, se produce «cuando dos lunas llenas coinciden en el mismo mes, Es a la segunda a la que se le da ese nombre. El mes lunar es de 29 días y medio por lo que se puede dar en los meses con 30 o 31 días y se da una al principio y la otra al final del mes», contaba. Además desde La Vanguardia añaden otras raones para que la luna se vea de este color, «cuando en la atmósfera hay partículas que dispersan la luz azul, la luna se ve roja. Y al revés, cuando las partículas dispersan la luz roja, la luna se maquilla de azul», explican. Y añaden que fenómenos como la erupción de un gran volcán, también puede contribuir a que la veamos de color azul.
Otros factores que afectan al color de la luna
Además el presidente el Grupo de Observadores Astronómicos de Ávila, GOAA se ha referido también a otra denominación que le damos: la de superluna, que «Se da cuando la luna llena se produce en el punto más cercano a la órbita de la tierra». Lo que nosotros percibimos es una luna mucho más grande y brillante de lo normal. Un 10% mayor y un 15% más brillante, exactamente, lo que cambia es nuestra percepción desde la tierra, explica.
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Desde La Vanguardia aportan algún otro dato sobre los colores de la luna, aludiendo a la NASA, según la cual » los colores de la superficie de la luna dependen en gran parte de las concentraciones de hierro y titanio». «Las zonas con mayor cantidad de titanio son más oscuras y azules, pues abunda el mineral ilmenita….Las zonas con menor proporción de titanio (mayor de hierro) son anaranjadas, por la mayor proporción de piroxeno y olivinos de tipo fayalita», añaden desde geolodiaavila.com.