Sin embargo la psicóloga Isabel Muñoz, explica en la web de RTVE que se trata de «un momento ideal para hacer equipo y para compartir conversaciones significativas y gratificantes». Algo en lo que está de acuerdo la coach Aldara Martitegui, que explica que este tipo de reuniones, «Tienen su parte buena y positiva…sirven para reforzar las relaciones personales y la conexión entre los empleados, lo que puede influir incluso en la productividad».
Aunque la asistencia a la misma no se considera obligatoria, «la empresa, si el evento se celebra en horario de trabajo, puede exigir a los trabajadores que no asistan, que cumplan con su jornada laboral», explican desde Expansión.
Desde el mismo medio añaden que «pueden darse supuestos en los que no ir a la fiesta de Navidad suponga un agravio, como es la entrega de un obsequio a quien va. En estos casos la empresa debe de tener en cuenta que si se lo da solo a los asistentes, tiene que tratarse de un detalle sin excesivo valor económico y que, por tanto, no suponga una desigualdad de relieve respecto a los que no han ido».
Ambas profesionales recomiendan reflexionar sobre las razones por las que pensamos ir o no a esta reunión navideña, ya que hacerlo puede evitarnos muchos ‘sufrimientos’. Muñoz pone el ejemplo de un empleado que no está nada satisfecho con sus condiciones de trabajo y que además es vilipendiado por sus superiores, pues bien, para él probablemente sea muy duro «separar esta situación durante la reunión y poder disfrutar de la misma».
Si después de poner en la balanza los pros y contras decidimos ir, «tienes que tratar de olvidarte de todo lo negativo, estar presente e intentar pasarlo bien», explica. Y si han ganado los contras y decides no ir, piensa que también estás en tu derecho a decir ‘n0’.