Estas son algunas de las conclusiones obtenidas:
Uno de los datos centrales extraídos de dicha investigación es que casi dos estudiantes por clase de promedio reconocen sufrir bullying, calculando sobre una media de 28 alumnos por clase. Este dato significa que el 6,2 % de los estudiantes entre 4º de primaria y 4º de secundaria manifiesta haber sufrido acoso escolar en los últimos dos meses. En contraposición, la investigación también apunta que el 2,1% de los encuestados se reconocen como acosadores, lo que refleja que hay un acosador por cada dos clases.
De acuerdo con estas cifras significa que hay en nuestro país casi 220.000 estudiantes víctimas de acoso escolar, y más de 74.000 acosadores. También existen un 16,3% de alumnos que se identifican como testigos, es decir, 5 niños por aula.
En educación primaria (4º, 5º y 6º) se reconocen como víctimas el 7,6% de los alumnos, sin diferencias significativas entre chicas (7,5%) y chicos (7,7%). En educación secundaria, disminuye hasta el 5,3%, con un porcentaje significativamente más elevado entre las chicas (5,8%) que entre los chicos (4,7%). A medida que avanzan los cursos y, por lo tanto la edad, también cae el número de estudiantes que reconocen ser víctimas de acoso escolar. En relación al género, en secundaria hay más chicas víctimas de acoso escolar que chicos (5,8 contra 4,8) mientras que en Primaria no hay diferencias significativas.
En cuanto a las cifras de acosadores, el porcentaje de chicos que se reconoce como acosador (2,6%) es bastante más elevado que el de las chicas (1,4%). Por etapas, son un 2,4% frente a un 1,4% en primaria y un 2,7% frente al 1,4% en secundaria. Estos resultados van en la dirección de lo encontrado en estudios anteriores y cabe relacionarlos con la educación tradicional sexista, que asocia el dominio y la violencia con la masculinidad.
El 19,2% del alumnado sufre situaciones que podrían derivar en acoso escolar y el 10,3% en ciberacoso
El estudio también ha mostrado que el 19,2% del alumnado reconoce haber sufrido como víctima alguna situación de maltrato entre estudiantes que podría derivar en acoso escolar. Además, las redes sociales están adquiriendo cada vez un mayor protagonismo en la vida de los jóvenes. Por esta razón, la investigación ha recogido qué relaciones hay entre acoso y ciberacoso- así como las condiciones de riesgo y de protección sobre el mismo-, llegando a la conclusión que haber sufrido acoso escolar incrementa el riesgo de sufrir ciberacoso1: casi la mitad de las víctimas de bullying (46,4%) reconoce haber sufrido alguna situación de maltrato digital.
En cuanto al ciberacoso, se ha observado como el 10,7% del alumnado reconoce haber sufrido como víctima una situación de maltrato entre iguales a través de dispositivos digitales, que podría derivar en ciberacoso.
En este punto, lo sufren más las chicas (12,7%) que los chicos (8,7%). Las víctimas hablan: por qué, cómo y dónde sufren acoso escolar
Al preguntar a las víctimas qué características propias atribuyen a su victimización, el 52,9% afirma que su aspecto físico es el motivo principal. Dentro de este dato, cabe considerar que el 26,6% relaciona dicha situación con ser más gordo/a. El siguiente motivo (44,2%) es el de desafiar los estereotipos sexistas: no comportarse como el resto de chicos o de chicas; el tercero es “porque me tienen envidia” (42,2%) y el cuarto se refiere a situaciones de indefensión y aislamiento (41,1%), poniendo este último de manifiesto la importancia de las amistades para detener el acoso.
Las preguntas sobre la victimización online se plantearon a partir de 5º curso de primaria a quienes habían respondido poder usar el ordenador sin que ninguna persona adulta viera lo que estaban haciendo y/o tener cuenta en redes sociales; algunas de ellas solo se plantearon a quienes respondieron tener cuenta en alguna red social.
¿Qué tipo de agresiones declaran sufrir las víctimas? Las más frecuentes son de tipo verbal y relacional: llamar por motes o burlarse, contar mentiras para que los demás le rechacen, hablar mal de su aspecto físico para hacerle sentir mal e ignorar a propósito excluyendo del grupo. El resto de las agresiones (físicas, sexuales, coacciones, contra las propiedades, racistas o xenófobas, o contra la orientación sexual) son menos frecuentes que las anteriores.
La investigación también ha analizado los lugares donde se producen estas situaciones de acoso escolar, poniendo de relieve que más de la mitad del bullying se lleva a cabo en el patio (57,8%), con diferencias entre primaria (69,6%) y secundaria (48.8%). El aula es el segundo escenario más frecuente (34,3%), sobre todo en secundaria (en ausencia del profesorado, el 34,9% en primaria y el 48,9% en secundaria; y con su presencia el 17,6% y el 35,7%, respectivamente). Después, podemos encontrar otras ubicaciones específicas como son el gimnasio o la clase de educación física, el comedor y las actividades extraescolares, los aseos y el autobús.
Factores de riesgo para sufrir acoso escolar: orientación sexual, dificultades de aprendizaje, origen de los padres y aspecto físico
La investigación ha profundizado en la relación entre las características que las víctimas reconocen tener y el hecho de sufrir acoso escolar para poder identificar grupos de mayor riesgo.
• Aquellos estudiantes que declaran presentar dificultades para aprender tienen un mayor riesgo de ser acosados: el 34,1% de las víctimas de acoso escolar reportan dificultades de aprendizaje, es decir, una de cada tres víctimas de acoso escolar reconoce tener dificultades para aprender.
Existe una diferencia de género en la experiencia de estas situaciones. Por un lado, las chicas son más propensas a ser víctimas de agresiones relacionales y sobre su aspecto físico. Por otro lado, los chicos experimentan más agresiones físicas, racistas y relacionadas con la orientación sexual. Esta divergencia se refleja en cifras como que el 8,1% de las chicas han sido ignoradas o excluidas, en comparación con el 5,7% de los chicos. Mientras que el 4% de los chicos han sido víctimas de agresiones físicas, en comparación con el 2,4% de las chicas.
A partir de las respuestas de las víctimas, se desprende que las agresiones sufridas han sido realizadas mayoritariamente en grupo: en el 60,1% de las ocasiones, las víctimas han reconocido su realización grupal.
Respecto al tamaño del grupo, el mayor porcentaje (41,8%) responde que eran 2-3 estudiantes. La mayor parte de las agresiones se llevan a cabo por estudiantes del mismo curso que la víctima (68,9%), aunque en un 20,7% de casos lo realizan estudiantes de un curso más alto y en un 9,3% de un curso más bajo.
Asimismo, el acoso escolar suele suceder delante de otros estudiantes, cuyas reacciones pueden influir decisivamente en su desarrollo. El estudio ha indagado sobre la postura de los estudiantes ante situaciones de acoso y así se ha observado que el 41,9% intenta intervenir independientemente de su relación con la víctima, el 25% solo si la víctima es su amigo/a y el 15% cree que debería actuar, pero no lo hace. Un 10,5% es indiferente o justifica la violencia sin intervenir. Por último, un 7,2% de quienes reconocen haber vivido o presenciado acoso escolar afirman que participan ejerciéndolo.
Al preguntar cuál es la reacción de las víctimas que han sufrido acoso escolar, el 38% (o 1 de cada 3) afirman que no cuentan a nadie haber sufrido dicha agresión. Los dos motivos principales que aducen son el miedo y no preocupar a sus familiares. En aquellos casos en que sí se lo han comunicado a alguien, la madre (77,6%), las amistades (72,7%), el padre (63%) y los/as profesores/as (52,4%) han sido las principales figuras a las que las víctimas han contado el acoso escolar.
El 21,1 % de las víctimas que han sufrido ciberacoso se han querido suicidar alguna vez La investigación analiza las relaciones entre el acoso escolar y el ciberacoso con la salud mental. En este sentido, demuestra que las víctimas de acoso y ciberacoso tienen significativamente más síntomas depresivos que los acosadores o aquellos no involucrados. Quienes acosan muestran un patrón de conducta más agresivo y antisocial, mientras que las víctimas, en cambio, presentan más síntomas emocionales que
reflejan sufrimiento y vulnerabilidad, aunque suelen ser más prosociales.
“Estos hallazgos subrayan la urgente necesidad de intervenir desde las escuelas en la prevención del suicidio, poniendo especial énfasis en ayudar a las víctimas de violencia y abordar las dificultades socioemocionales de quienes acosan para garantizar el bienestar de todos los estudiantes”, añade la Doctora María José Díaz-Aguado, directora de la investigación y de la Unidad de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid.
Además, las víctimas y acosadores tienen un mayor riesgo de conductas autolesivas que aquellos no involucrados, teniendo el ciberacoso una fuerte asociación con estas conductas, tanto para las víctimas como para los acosadores. Al observar la relación con el acoso, las cifras son alarmantes: el 20,4% de las víctimas y el 16,8% de los acosadores en el acoso escolar, y el 21,1% de las víctimas y el 24,9% de los acosadores en el caso del ciberacoso, declaran haber intentado quitarse la vida.
Los datos muestran que los centros educativos avanzan en la sensibilización en la temática e imparten formaciones de prevención. Casi el 80% de los estudiantes recuerda haber trabajado en su centro educativo la prevención del acoso y qué hacer para detenerlo. Entre los que no recuerdan dicho trabajo, el 7,9% se reconoce víctima y el 2,8% como acosador/a; cifras que bajan al 5,6% y al 1,7%, respectivamente, entre quienes recuerdan haber trabajado en el centro contra el acoso.
Trabajar en el centro contra los riesgos de internet y las redes sociales disminuye el riesgo de sufrir y de ejercer ciberacoso. Recuerdan haberlo tratado el 85,2% del alumnado: cifra que sube al 89,2% entre los no involucrados en dicho acoso, y que baja al 78,6% entre sus víctimas y al 73,7% de los/as acosadores.
“La investigación ha reflejado que el haber trabajado en la escuela contra el acoso escolar reduce significativamente tanto el riesgo de ser víctima de acoso escolar como el riesgo de ser acosador/a. Este resultado pone de manifiesto que el trabajo que estamos realizando en los centros escolares tiene un efecto positivo, pero también que debemos intensificarlo y generalizarlo a todos los centros para que las cifras de víctimas sean cada vez menores”, declara Javier Coromina, Patrono de la Fundación ColaCao, entidad impulsora de esta investigación.
Además, trabajar en la escuela estrategias de afrontamiento emocional reduce el riesgo de problemas socioemocionales (como los síntomas depresivos o los problemas de conducta) y de ejercer acoso escolar. Respondió recordar dicho trabajo el 41,3% del alumnado no involucrado; el 45,7% de las víctimas, y el 34,4%% de los/as acosadores/as.
Según la investigación, otro factor protector muy relevante es saber a quién pedir ayuda en la escuela ante un problema psicológico: un 70,5% del alumnado afirma saber a quién pedir ayuda, y la cifra baja al 66,1% entre las víctimas de acoso escolar, y al 52,8% a aquellos que ejercen dicho acoso.
“Estos resultados reflejan que en los últimos años se ha incrementado la extensión de dichas medidas en los centros educativos de España y que con ellas se reduce el riesgo de los problemas que pretenden prevenir. También ponen de manifiesto la necesidad de incrementar dicha eficacia y de extenderlas a toda la población
en las mejores condiciones”, concluye la Dra. María José Díaz- Aguado, Directora de la investigación.
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