En los últimos cuarenta años el consumo del café ha aumentado en un 35%, lo que supone un consumo de casi 10.000 millones de kilos al año.
Hace unos años la revista científica Circulation: Heart Failure, de la American Heart Association, publicaba recientemente una investigación que avala que tomar una o más tazas de café al día podría reducir el riesgo de insuficiencia cardíaca.
Se trata de un trabajo que aúna los resultados de tres estudios distintos realizados durante al menos diez años en los que participaron 21.000 personas, las cuales informaron con regularidad sobre la cantidad de café que tomaban al día. Sus autores concluyeron que las personas que habían bebido una o más tazas, tenían un riesgo asociado menor de insuficiencia cardíaca a largo plazo.
El café nace de una semilla que se seca, se procesa y se tuesta para comercializarla. Estos granos tostados, o bien se trituran para hacer café molido para cápsulas o paquetes, o van a fabricantes de café instantáneo.
El café soluble ha sido considerado desde hace años una opción menos saludable que el café molido o en grano. Y es que tal y como explicaban en El confidencial: «Es cierto que dicha variedad atraviesa un proceso industrializado que a menudo incluye conservantes químicos para que los granos naturales permanezcan en perfecto estado mucho más tiempo, afectando así a los componentes aromáticos y nutricionales del café. Sin olvidar que dentro del mismo paquete podemos encontrar granos de mejor y peor calidad.»
Veamos algunas otras diferencias entre los dos:
Y tú, ¿por cuál te decides?
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