Y es que ya en muchos lugares de la Tierra nunca oscurece por completo y todo apunta a que la luz artificial siga eclipsando a las estrellas, que cada vez serán más difícil de verse. Según los datos con los que han contado los autores del citado estudio, «una persona que nazca ahora en un lugar en el que sean visibles 250 estrellas, solo podrá ver 100 dentro de 18 años por culpa de la contaminación lumínica».
Christopher Kyba, lo ha liderado y para él contó con las observaciones de 51.351 científicos ciudadanos a lo largo de los últimos 12 años, entre 2011 y 2022, en todo el mundo. La conclusión es que «el brillo del cielo nocturno por la iluminación artificial aumenta entre un 7 y un 10% por año».
Para Bachiller se trata de una situación alarmante, ya que el 99% de la población en Europa y en EEUU vive bajo cielos contaminados por las luces artificiales. Este explica que «la Vía Láctea queda escondida para un tercio de la humanidad, lo que incluye a más de un 60% de los europeos. Si observamos las imágenes tomadas desde la Estación Espacial Internacional (ISS), la Tierra de noche cada vez se asemeja más a una enorme bombilla que brilla en el espacio y que nos deslumbra».
Sobre el caso concreto de nuestro país, apunta: «El mapa nocturno de la península Ibérica muestra cómo destacan las luces de nuestras ciudades. Las imágenes de satélite de nuestro país muestran la mayor superficie saturada con luz por superficie. Las ciudades españolas poseen las calles más iluminadas de Europa y Madrid y Valencia se encuentran entre las ciudades con mayor contaminación lumínica del continente».
Aunque no todo son malas noticias en este sentido. El astrónomo señala que es un problema fácil de solucionar, pues » basta con iluminar hacia abajo y con la intensidad imprescindible. En España nos quedan algunos de los rincones más oscuros de Europa» y muestra cierta esperanza en que en el nuevo Real Decreto que pretende regular el alumbrado exterior «se tenga en cuenta las numerosas alegaciones que están siendo preparadas por asociaciones de astrónomos y otros colectivos sensibles al inmenso valor de nuestro cielo oscuro nocturno».
MÁS SOBRE: