El colágeno es una proteína con forma fibrilar que se encuentra en la capa intermedia de la piel, la dermis y que nuestro propio cuerpo genera para mantener unidas diferentes estructuras del organismo, entre ellas la piel. Proporciona firmeza y elasticidad a la misma y a medida que envejecemos, la capacidad de sintetizarlo disminuye. Además, en determinadas situaciones como con las lesiones o el sobrepeso su desgaste se acelera.
Por eso los expertos recomiendan tomarlo en forma de suplemento a partir de los 35 años para prevenir el envejecimiento prematuro. Algo de lo que algunas famosas como Jennifer Anniston, Madonna o Cameron Díaz han tomado buena nota. Pero además del suplemento en forma de pastillas o en polvo en las consultas de medicina estética ahora triunfan los bioestimuladores de colágeno. Te contamos qué son.
Se trata de sustancias que inyectadas en la piel, estimulan la producción natural de colágeno pero con una ventaja, son biocompatibles y bioabsorbibles, por lo que no dañan el cuerpo y se absorben sin perjudicar el organismo. El resultado es una mejoría de los signos de envejecimiento y de la flacidez pero con un resultado natural, explican desde harmonyhealth.es.
Así actúan los bioestimuladores en la piel
Y es que las sustancias que se utilizan no están destinadas a rellenar sino a bioestimular ya que actúan directamente sobre el fibroblasto que tal y como explican desde clinicaaureo.com, «es un célula maravillosa propia de la capa dérmica de la piel y cuya función es fabricar todos los componentes de ésta. Con la edad y las agresiones externas el fibroblasto se va debilitando y pierde capacidad de funcionamiento, al estimularlo con esto productos provocamos una reactivación de su función que se traduce en la creación de nuevas fibras de colágeno que se van a organizar en haces dando tersura a la piel.»
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Respecto a la forma de inyectarlo explican que se realiza «mediante cánulas o agujas…. lo realmente importante es distribuir en la dermis lo mejor posible el bioestimulador creando una especie de manta o mallado para que estimule el máximo de fibroblastos posible» y matizan que se trata de una aplicación que no suele ser dolorosa y suele durar entre veinte y treinta minutos y su efecto dura entre diez meses y un año, entonces habrá que renovarlo. Además los expertos resaltan la importancia de que realice la aplicación un profesional cualificado que sepa «colocarlo en la estructura correcta para obtener el resultado deseado».