El chef tiene 55 años y su prestigio lo ha conseguido gracias a su trabajo y talento, que no solo demuestra en el programa de televisión, sino que también lo hace cuando se pone manos a la obra delante de los fogones en su restaurante El Bohío, que cuenta con una estrella Michelin. Además de ser muy especial por este logro, lo es porque según el propio Pepe Rodríguez, su cocina es un reflejo del arte y amor de su abuela Valentina y de la gastronomía de la región toledana de Illescas.
Un joven Pepe Rodríguez ya se criaba entre cacerolas y fogones, por lo que, junto a su hermano Diego, que es el jefe de sala de este restaurante, constituye la tercera generación que está al frente del negocio. Primero fue su abuela, después su padre y ahora él. De hecho, el chef ha aprendido de compañeros como Martín Berasategui y Ferrán Adriá, con los que lo hemos visto coincidir en los platós de MasterChef.
Mientras Pepe trabajaba en El Bohío, recibió la propuesta de participar en MasterChef, por lo que su actividad se vió interrumpida: «Cuando me llamaron para ser juez estaba pasando el momento más crítico de mi vida. No sabía si seguir o no con El Bohío. Hoy, ocho años después, acabo de reformarlo y tiene más salud que nunca. Así que solo puedo corroborarlo: MasterChef cambia vidas», dice Rodríguez al echar la vista atrás.
Pepe Rodríguez está casado con Mariví, su novia de toda la vida y a la que considera un pilar fundamental. «Le conocí en un bar que tiene él. Yo venía de jugar al tenis con unas amigas y dijimos de tomarnos una CocaCola y él estaba ahí… Me fichó y cada vez que iba a Illescas ahí estaba él, esperándome», explica Mariví sobre su marido. De hecho, ha contado hasta qué es lo que le enamoró y, además de destacar su gusto y mañana para la cocina, ha explicado que Pepe es una persona «muy elegante y todo un señor».
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