Se acerca ese momento que tanto estamos esperando. Toca preparar las maletas con nuestros bañadores o bikinis favoritos, pero si hay algo que es indispensable en nuestro equipaje es el protector solar. Seas de playa o de montaña, no hay un verano sano sin una crema que te proteja del sol.
Pero antes de echarle mano al protector, debes saber varias cosas. Lo primero que tienes que tener claro a la hora de elegir uno es cuál es tu fototipo de piel (del 0 al 6, según la escala de Fitzpatrick). Después, ya puedes confiar en que tu crema te protegerá de las radiaciones solares. Sin embargo, el factor o la marca no son tan importantes como saber cómo debemos aplicarla correctamente.
De bote o de spray, no solo basta con esparcir un poco sobre nuestra piel y esparcirla sin más. Si no tenemos en cuenta algunos detalles, como la cantidad o cuándo echarlo, podríamos caer en esos típicos ronchones o quemaduras que, de vez en cuando, apareen salpicando nuestra dermis tras la exposición al Sol y no sabemos muy bien cómo han aparecido.
Pues bien, este tipo de marcas aparecer porque no nos hemos echado el protector correctamente. Para ello, antes hay que saber que siempre deberíamos utilizar crema solar incluso aunque no vayamos a tumbarnos a tomar el sol; especialmente para quienes tengan una tez muy clara o sensible.
Además, es importante conocer qué cantidad hay que aplicarse. En el rostros, por ejemplo, basta con aplicarse dos líneas extendidas sobre los dedos. Eso es suficiente para repartirlo por toda la cara, como recomiendan desde ISDIN, marca experta en cuidado facial, corporal y de protectores.
Mientras que en cuanto a la cantidad de protector recomendada para el cuerpo, desde los laboratorios revelan un truco: el equivalente a un vaso de chupito o dos cucharadas (de unos 30 ml) para todas las zonas de la piel que se vaya a exponer al sol.
Desde Neutrogena, sin embargo, aconsejan echarse en el cuerpo lo mismo que ocupa una pelota de golf y frotarla entre las manos para que se esparza mejor. En Nivea, además, recuerdan no olvidar zonas más olvidadas de nuestro cuerpo, como las orejas, el empeine o las corvas.
Ahora bien, ¿cómo calculas bien la cantidad con un SPF de spray? «La clave está en aplicarlo generosamente sobre la piel —a una distancia máxima de 10 cm— y extender el fotoprotector en spray mediante un suave masaje y de manera uniforme hasta su total absorción», apuntan desde ISDIN.
Hay quien dice que lo mejor es echarse el protector solar completamente desnudo (para así poder llegar a zonas que solemos llevar cubiertas) y 30 minutos antes de exponerte al sol. Pero lo cierto es que depende del Factor de protección solar o SPF y del fototipo de piel.
En Neutrogena recomiendan aplicarse la crema solar 15 minutos antes de tomar el sol y se suele volver a echar cada dos horas. Eso sí, los expertos aclaran que si vas a darte un baño o hacer cualquier actividad que requiera sumergirte en el agua, debes volver a aplicarte el protector cada 40 minutos o cada vez que te seques con la toalla.
Un consejo que comparten también los otros laboratorios. Desde Nivea, tratan de explicar la importancia y el significado de los números que aparecen del SPF: «El FPS es un factor de multiplicación que incrementa la cantidad de tiempo que puedes estar al sol protegido/a».
«Por ejemplo, una protección solar con FPS 50 significa que si en base a tu fototipo podrías estar 10 minutos sin quemarte bajo el sol, con su efecto multiplicador: 50×10 = 500 minutos que puedes permanecer al sol antes de sufrir quemadura solar», subrayan.
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