La respuesta al amor está en tu cerebro… La bioquímica del órgano rey que rige todo nuestro cuerpo se dispara cuando te enamoras, produciendo una gran cantidad de compuestos que combinados, determinarán tus emociones durante toda esta etapa.
Habitualmente relacionamos el enamoramiento con un corazón rojo. En la semana del amor vas a ver mucho escaparate decorado en tonalidades rosas, corazoncitos de colores y otras formas creativas para celebrar el amor.
Pero nada más lejos de la realidad.. El enamoramiento está en nuestro cerebro y en las reacciones químicas que se desencadenan al conocer a la persona elegida. Todos esos compuestos reaccionan en tu organismo como una suerte de drogas y fármacos psicotrópicos que alteran tu percepción.
Sabías que…
Según Helen Fisher, antropóloga estadounidense y autora de La Nueva Psicología del Amor, sentirse locamente enamorado es un mecanismo de la naturaleza diseñado para apegarse a una pareja y procrear.
Y es que esa atracción irracional y casi obsesiva que sientes por la otra persona, está determinada exclusivamente por una compleja interacción de diferentes hormonas y proteínas.
Hay razones que son más que evidentes: tus gustos físicos, ligados a los estándares culturales de belleza, tus valores, tu sentido del humor y otros aspectos… Pero más allá de la afinidad objetiva que puedas sentir, tus pensamientos se ven invadidos por esa persona de una manera abrumadora y extraordinaria.
Y es ahí donde actúa el cerebro, de manera totalmente inconsciente. Un claro ejemplo es el de los olores corporales, prácticamente imperceptibles al olfato. Sin embargo, las feromonas que desprende la otra persona en realidad tienen que ver con un mecanismo que persigue la diversidad genética.
Piensa en cómo te sientes cuando estás terriblemente enamorado… Tu cabeza va y viene constantemente con pensamientos sobre tu amante que incluso interfieren en tu concentración. Además, surge un deseo casi irracional de mantener intimidad con tu enamorado. De ahí que mucha veces utilicemos la expresión «tenemos mucha química…».
Idealizamos a la otra persona, obviando sus defectos y ensalzando sus virtudes. En respuesta a los encuentros aparecen el rubor, las famosa mariposas en el estómago, la sonrisa boba que no se te quita de la cara… Toda una suerte de respuestas fisiológicas que se escapan a tu control.
Hay varios neurotransmisores y compuestos químicos que se ponen en acción:
1.Feniletilamina
Es la responsable de que sintamos un profundo placer. El atontamiento de las personas enamoradas y su sensación de felicidad extrema es responsable de este compuesto natural que comparte familia con las anfetaminas. ¿Entiendes ahora la expresión «este amor es como una droga»?
2.Noradrenalina
Es la considerada como la «hormona del estrés» y también se la conoce como norepinefrina. Desencadena reacciones como la aceleración del ritmo cardiaco, subida de tensión, nervios, rostro sonrojado, etc… Respuestas habituales durante los primeros encuentros.
Pero ojo… Su exceso también tiene efectos secundarios, como la falta de apetito o el insomnio. Aquello de no comer o no dormir por amor, en realidad, es una respuesta química de nuestro cerebro. ¿Qué te parece?
3.Dopamina
Producida en el hipotálamo, también conocida como la «hormona del placer», se encarga de generar las sensaciones de satisfacción y es el neurotransmisor responsable de nuestro sistema de recompensas. El cerebro busca que repitas aquello que aparentemente te hace sentir bien.
La dopamina es la responsable de que sientas una «necesidad» de pasar tiempo con la otra persona y desencadena una especie de «mono» cuanto no os veis.
El sistema de recompensas actúa en otras circunstancias, ante juegos de azar, el consumo de drogas e incluso al interactuar con las redes sociales. Si no se tiene cierta precaución, el exceso de dopamina puede acarrear adicciones.
Durante la primera etapa, la feniletilamina, la dopamina y la noradrenalina descienden, dejando paso a otras sustancias químicas que ganan la batalla y se vuelven fundamentales para afianzar el vínculo con tu pareja.
Este segundo proceso bioquímico en tu cerebro es fundamental para consolidar la relación y transformar la euforia inicial en una relación madura, responsable y duradera.
Hablamos, por un lado, de la serotonina o la «hormona de la felicidad», que aumentan nuestras sensaciones de bienestar, relajación y satisfacción. Esta hormona es también la responsable de nuestra capacidad de concentración y determina nuestra autoestima.
Por otro lado, interviene la oxitocina, o la también denominada «hormona del amor». Esta molécula es determinante a la hora de consolidar el vínculo desarrollado con la pareja. También está muy presente en relaciones afectivas familiares entre padres e hijos y en cierto sentido, controla nuestra capacidad de compromiso, incluso con amigos y allegados.
Así que ya lo sabes… Enamorarte implica una auténtica tormenta de químicos en tu cerebro. Que no te extrañen expresiones como aquello de «el amor es ciego y esta relación es como una droga».
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