La alimentación influye más de lo que crees en que tengas ansiedad

Eliminar los azúcares de tu dieta puede ayudarte mucho

Ana Más

Según algunos estudios nutricionales recientes nuestra alimentación tiene mucho que ver en como nos sentimos y es que la nutrición está muy relacionada con las emociones. Para explicar esto desde uppers.com aluden a una publicación de la doctora Isabel Belaustegui (@vidapotencial) en Instagram.

Explica la experta que para tener buena salud emocional debemos introducir algunos cambios en nuestra dieta y en los alimentos que ingerimos, «eliminando los que favorecen las emociones negativas y priorizando los que proporcionan más bienestar, teniendo en cuenta que todas las emociones son funcionales; es decir, sirven para que canalicemos emoción y acción», explica.

Belaustegui habla de la tristeza como una de las emociones que más relación guarda con los alimentos. Y es que cuando estamos tristes, nos lanzamos directos hacia los alimentos con más grasa y a los hidratos de carbono, sobre todo dulces. Supuestamente creemos que esta comida nos hace sentir mejor, sin embargo, es un arma de doble filo.


 Alimentación que favorece la ansiedad

«Las elevaciones de glucosa en sangre (glucemia) facilitan el paso de toxinas al cerebro a través de la barrera hematoencefálica (BHE). Cuando esta se debilita llegan entonces al cerebro bacterias perjudiciales, radicales libres y citokinas inflamatorias que dañan al sistema nervioso», explica.

Y añade que los azúcares merman las reservas de vitaminas y minerales, que son muy importantes para el sistema nervioso (el magnesio, el zinc, el selenio y las vitaminas del grupo B) y por otra parte «favorecen el daño oxidativo de las células nerviosas por radicales libres, dañan a las células intestinales…y alteran el funcionamiento del sistema inmune».

Por último se refiere a los alimentos procesados como otro gran enemigo de la ansiedad debido a los aditivos que contienen  que «se comportan como toxinas y pueden afectar a la función cerebral y el estado mental y emocional», explica.

Lo que ocurre es que cuando nuestra dieta es rica en azúcares, las bacterias de nuestra microbiota que consumen ese azúcar «están al mando y piden ese combustible para seguir fortaleciéndose, provocando que nuestro cuerpo nos pida más azúcar.

Por eso debemos mantener fuera de nuestra despensa todos los alimentos ricos en azúcares y almidones, esto es: azúcar, sacarina, aspartamo, sorbitol y xilitol, alimentos procesados, pan blanco, pasta, pizza y bollería industrial, refrescos carbonatados, chucherías, caramelos, bombones y snacks. Además de las frutas de alto índice glucémico: plátano, pasas, piña, sandía, papaya o dátil y los alimentos con gluten, embutidos y cerveza.

Y por otra parte debemos priorizar lo salado y ácido o lo que es lo mismo, cítricos como limón, lima, pomelo, naranja, además de fresas, arándanos, frambuesas, grosellas, aceite de oliva, aceitunas, aguacate y mantequilla ecológica. Huevos, carne, pescado, lechuga, espinaca, canónigos, rúcula, endivia, kale, ajo, cebolla, espárragos, puerros. Además de cacao puro, té verde y café natural.

 

 

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