Pasadas las 21:30 horas, más de 13.000 personas esperaban ansiosos a Alejandro Fernández en un WiZink Center alborotado. El mexicano ha regresado a España cinco años después de su última actuación y lo ha hecho con su tour Amor y Patria.
Junto a su emblemática banda de mariachis y él ataviado con el traje típico del país, un traje de charro negro y fiel a su sombrero mexicano, se subía al escenario y lo hacía con su tema Tantita Pena. Un público con ganas de cantar de principio a fin sus canciones, todavía no eran conscientes de que lo mejor todavía estaba por llegar.
Cuando regresas a un país que cada vez que lo haces te recibe con los brazos abiertos, lo más normal es darle una buena dosis de música, y así lo hizo el artista durante casi dos horas y media y un recorrido de más de 40 canciones.
Tu amor me hace tanto bien, Te Olvidé, Me dediqué a perderte, Te lo dije cantando o una de las más icónicas, Tengo ganas de ti, el público tenía ganas de música y cantaron de principio a fin todas y cada una de ellas.
La magia se apoderó de todo el recinto cuando el artista interpretó Abrázame de Julio Iglesias, un emblemático tema que puso a todo el público en pie. Pero no fue el único, y es que Fernández quiso devolverle a España tanto cariño recibido cantando Qué lástima con la bandera de nuestro país sobre el escenario.
Aunque si hablamos de momentazos no podemos obviar el instante que le regaló a las 13.ooo personas que ayer no se quisieron perder la primera parada del tour de Alejandro por nuestro país y que continuará por otras ciudades como Barcelona, Fuengirola o Sevilla.
Una de las personas que le impulsaron en su carrera musical fue su padre, Vicente Fernández, quien ayer también tuvo su momento en el WiZink Center de Madrid: «¡Vamos a recordar al viejo!», decía dando paso a uno de los momentos más emotivos de la noche. Tras ello, el artista se armó de coraje e interpreto Nube Viajera y un popurrí de hasta 30 minutos en lo que también sonarón temas como El Rey y Volver, volver, volver.
«Ya me lo dijo mi padre. A Madrid hay que volver, volver, volver», con estas palabras Alejandro Fernández se despedía de un recinto en el que había conseguido colgar el cartel de sold out y en una noche donde derrochó arte, no sin antes poner el broche de oro con Como quien pierde una estrella.
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