Y decimos que es preocupante porque, cómo hemos dicho en más de una ocasión, este tipo de alimentos aumenta el riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y colon irritable entre otras enfermedades, a lo que hay que sumar además los problemas asociados a la salud mental. Y es que parece que el consumo de bollería, galletas, aperitivos y alimentos ultraprocesados se asocia con un mayor riesgo de tener ansiedad y depresión y lo que es más grave, sobre todo en menores. Y no solo eso, sino que estos generan una adicción similar a la del alcohol o el tabaco.
Desde La Vanguardia aluden precisamente a un estudio publicado en la revista The British Medical Journal que explica que «El 14% de la población adulta y el 12% de los niños son adictos a los alimentos ultraprocesados, lo que implica un nivel de adicción “sin precedentes” nunca registrado en población infantil», explican.
Lo que ocurre en el caso de este tipo de alimentos es que consumirlos, «activa circuitos neuronales de recompensa de manera similar a como lo hacen otras sustancias. Esto implica el desarrollo de comportamientos impulsivos, la desregulación de las emociones, una salud física-mental deficiente y una calidad de vida más baja», explica la doctora Jiménez.
Y es que los expertos creen que es la combinación de muchos componentes lo que los convierte en adictivos y hace que los consumamos sin control. La combinación de diferentes ingredientes y aditivos , además del formato y la presentación de estos alimentos, pueden incrementar su potencial adictivo.
Los doctores consideran esencial para reducir su consumo, el desarrollo de «guías clínicas para el tratamiento, gestión y prevención de la adicción a este tipo de alimentos». Además de medidas como «aplicar tasas a los alimentos ultraprocesados o limitar su marketing» o nuevas normas para etiquetarlos como adictivos.
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