De un estudio al que hacen alusión desde niusdiario.com, realizado por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INYTA), de la Universidad de Granada se extrae lo siguiente, «El consumo medio de azúcares añadidos en niños españoles es «más del doble» (55,7 gramos/día) de las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que son de 25 gramos al día». Sin embargo más del 80% del azúcar que ingerimos al día no sabemos de dónde viene.
El director del director del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos en la Universidad de Granada, Jesús Rodríguez Huertas explica en el mismo medio que, «El problema es además que el 65% de estos azúcares añadidos que consumen proceden de alimentos o productos con baja densidad nutricional», y señala el azúcar blanco, las mermeladas, las salsas, las golosinas, el cacao en polvo, los refrescos, los helados, las galletas, los néctares de fruta, la pastelería y bollería industrial, las barras de chocolate, entre ellos.
Además matiza, «… el 80 por ciento de los azúcares que ingerimos nos llega sin darnos cuenta, en alimentos procesados como las salsas, yogures, conservas de tomate, pan de molde, etc». Y en productos que los padres consideramos sanos, como la repostería casera, «que tiene una cantidad enorme de azúcar añadida» o las bebidas isotónicas, «una sola lata de estas bebidas supone ya toda el azúcar añadida que debe tomar un niño en un día», explica.
El consumo elevado de azúcar «puede contribuir al sobrepeso y eleva el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y otras patologías», explican desde elconfidencial.com. Y no son menores sus efectos en los niños en los que,«Se asocia directamente con la obesidad, y luego a medio y largo plazo con el resto de enfermedades metabólicas, como diabetes y otras, también con enfermedades cardiovasculares, enfermedades inflamatorias en general, hipertensión, etc.», explica Rodríguez Huertas.
Desengancharse del azúcar no es tarea fácil precisamente por esto, porque el ochenta por ciento de esta nos llega sin darnos cuenta a través de alimentos procesados como las salsas, yogures, pan de molde, etc.
Por eso leer las etiquetas es según los expertos un primer paso, ya que nos permitirá escoger aquellos productos que tengan menos azúcares añadidos. Lo mejor es optar por aquellos que no superan los 4 o 5 gramos por cada 100 gramos de porción. Además, una propuesta de moda entre los nutricionistas es reeducar el paladar, «Nosotros interpretamos ese sabor en la corteza cerebral. Y si desde niños nos habituamos a una cantidad más reducida de azúcar, bajaremos el umbral y percibiremos el alimento como dulce aunque lo sea mucho menos que ahora», explica el experto.
Desde elpais.com apuntan otras formas de mermar nuestra ingesta de azúcar:
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