El desperdicio en el Estado español ha entrado en una nueva fase. El director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la UOC, F. Xavier Medina, opina que «cada vez hay más conciencia y más gente que se une, mientras que hace una década había muchas menos posibilidades de reciclar en casa y se desperdiciaban más alimentos». Esta situación ha cambiado y hoy en día esta conciencia de reciclar y aprovechar los alimentos «existe» y se acompaña además de las normativas que lo favorecen, subraya Medina. Por ejemplo, en los restaurantes «pedir que te pongan la comida que sobra en un táper o llevarte el vino que ha quedado» se puede hacer «sin problema ni pasar vergüenza».
Antes esta sencilla acción no se producía porque si lo hacías «parecía que pasabas hambre, y hoy es lo contrario». Para Medina, en el ámbito de la UE se está logrando «una cierta conciencia colectiva», con diferencias entre los países del norte y el sur, que «se va reduciendo cada vez más«, mientras que todavía permanecen algunas diferencias en «el eje este-oeste».
El experto de la UOC subraya que el aprovechamiento de comida es un hábito que «se integra plenamente en nuestra cultura gastronómica», donde ya existe de antiguo la costumbre de aprovechar los restos de comida para elaborar platos nuevos. «Venimos de recetarios creados en épocas de producción escasa o directamente, de hambre; hemos dejado de aprovechar alimentos en la época más reciente, de superabundancia, y ahora se está volviendo a los aprovechamientos de etapas anteriores«. Medina resalta que «hemos cambiado la necesidad de hacerlo por una cuestión económica para pasar, actualmente, a un momento de conciencia de tipo ambiental».
Para mantener la conciencia activa durante las próximas Navidades, las expertas de la UOC Anna Bach y Alicia Aguilar han recogido seis consejos para evitar el desperdicio.
1. Hacer una lista de la compra pensando en los menús que se prepararán. Así la compra se adaptará a los productos necesarios, y se evitará comprar alimentos que luego no se usarán y que es más fácil que queden en algún rincón y acaben desperdiciándose. Esto es especialmente importante para los productos frescos, que tienen una vida útil más corta.
2. Conservar y almacenar correctamente los productos comprados en las mejores condiciones considerando sus características. Hay que leer las etiquetas, comprobar las fechas de caducidad y seguir las recomendaciones de conservación (en la nevera, congelador o armarios, según el tipo de producto.)
3. Ajustar las raciones en la comida de Navidad. Hay que revisar la despensa antes de comprar y planificar para reducir la compra por impulso. Es importante planificar el menú considerando también el número de comensales. A menudo se tiende a cocinar en exceso y a servir demasiada cantidad en el plato, lo que lleva o bien a dejar comida en el plato —y, por lo tanto, a desperdiciarla— o bien a comer más de lo que apetece y en consecuencia ingerir más energía y ganar peso si sucede de forma habitual. Así pues, hay que pensar antes de llenar el plato (calcular lo que se comerá) sin pasarse. Si se va de restaurante y ha sobrado comida, puede pedirse que lo preparen para llevar. La medida de la fiambrera puede engañarnos, pero no la medida del plato, para tener una buena referencia de las cantidades.
4. Congelar. Si, a pesar de haber hecho lista y haber ajustado las raciones, sobra comida, se puede congelar. De manera general, y si se hace bien, es un método de conservación que nos permite alargar el tiempo de consumo de un alimento sin que pierda valor nutritivo. Puede ser muy oportuno congelar en recipientes que contengan las raciones que después se consumirán. La opción de congelación en raciones individuales puede ser muy interesante para llevarlas al trabajo, por ejemplo.
5. Reaprovechar los restos de la comida de Navidad para preparar nuevas recetas. Unas croquetas con el pollo asado que ha quedado, un puré con las verduras que se habían preparado como guarnición y han sobrado, son opciones muy sencillas. También se pueden consultar recetarios con muchas ideas. De hecho, el origen de los canelones tiene que ver con reaprovechar el asado y, por lo tanto, en las tradiciones ya se fomentaba este reaprovechamiento.
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