Estos tienen que ver con los ataques de pánico, algo que a la cantante malagueña le costó identificar pero que poco a poco, con ayuda, ha aprendido a controlar. La primera ocasión en la que lo sufrió iba conduciendo. «Creía que me estaba dando un infarto«, confesaba.
Su reflejo fue salir en la cuneta y echarse agua encima mientras pensaba «no, no, no, por favor. Es muy pronto, por favor, es muy pronto«. Después llamó a una amiga para que fuera a buscarla y la llevara al hospital.
Posteriormente volvió a experimentar esta sensación en diversas ocasiones, frecuentemente en mitad de sus conciertos. «La gente no lo sabe, pero hubo una temporada en la que se me repetía. Tenía preparado un vaso de agua con azúcar por si acaso era la tensión, pero cuando me daba uno me agarraba, o incluso alguna vez me sentaba al lado del pianista. El psicólogo me decía: ‘Tú canta, aunque cantes mal canta, que el oxígeno es bueno’«, explicaba.
En otra ocasión, confesaba, sufrió un ataque más intenso, de tal manera que la ambulancia la esperaba al bajar del escenario. «Son pequeños ataques de pánico, que en ese momento crees que te vas a morir, pero después no son nada. He hecho un trabajo grande de relajarme, de relativizar…«, añadía.
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