Estas precauciones nos han ayudado en gran parte a frenar el aumento masivo de casos por coronavirus. No obstante, la llegada de Ómicron ha supuesto un cambio de paradigma. Esta variante resulta más contagiosa, lo que nos ha obligado a extremar precauciones y a valorar cuáles son las medidas más efectivas.
En este punto son muchos los expertos que señalan la importancia del uso de mascarilla. Pero no de cualquier mascarilla. Se ha demostrado que las FFP2 son las más eficaces y las que tienen más capacidad de frenar la cadena de transmisión.
No es el primero que llega a esta conclusión. De hecho, un estudio del Instituto Max Planck ya comprobó el mínimo riesgo de contagio que existe utilizando este tipo de mascarillas. «Cuando ambos usan una mascarilla quirúrgica, mientras habla el infeccioso, el límite superior muy conservador permanece por debajo del 30% después de 1 h, pero, cuando ambos usan una mascarilla FFP2 bien ajustada, es del 0,4%», revela la investigación.
En el objetivo de evitar ser contagiados tan importante es elegir una buena mascarilla como hacer un buen uso de la misma. De nada vale llevar una FFP2 si no la tenemos bien ajustada al rostro o llevamos la nariz por fuera.
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