El pasado 27 de Marzo se celebró el día internacional del queso. De vaca, de cabra, de oveja, con leche entera, con leche desnatada, ligeros y fuertes, curados y tiernos, la variedad de quesos es infinita. Si el queso te vuelve loco pero no te atreves a abusar de él por miedo a ganar peso debes saber que la clave está en elegir el adecuado y no pasarte en la cantidad que comes.
Además, se puede tomar de mil formas: en tapa, en ensalada, como aperitivo, como ingrediente de un plato de cocina… Sus beneficios son muchos, ya que es una gran fuente de calcio, pero también de vitaminas como la A y la B12, grasas y proteínas. La clave está en no pasarnos y en elegir la variedad más sana.
Algunas variedades como el brie, el cheddar o el azul contienen ácido linoleico conjugado, una grasa saludable que puede ayudarnos a prevenir la obesidad y las enfermedades del corazón, pero no hemos de olvidar que por regla general los quesos son altos en calorías, grasas saturadas y sal, así como bajos en fibra. De ahí la importancia de moderar su consumo.
La mayoría de las veces el valor calórico de un queso depende de su curación. Cuanto más curado está el queso más leche se utiliza y por lo tanto más grasa presenta.
El queso manchego, el de cabra y el parmesano, son tres con el aporte calórico más elevado y los que más engordan. Hasta 476 kcal por 100 gramos y un 50 por ciento de grasa en caso del manchego curado.
Dentro de los quesos bajos en calorías, una muy buena opción son la mozzarella parcialmente descremada (300 calorías por cada cien gramos aprox.) y el queso feta ( 260 kcal por cada 100 gramos). Pero hay más opciones:
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