Tamara Gorro

Tamara Gorro desvela que fue secuestrada tras el fallecimiento de su padre

Encerrada en una habitación, solo comía caldo, pan y agua

Nuria Serena

Tamara Gorro lleva una mochila a sus espaldas gigante. La colaboradora de televisión atraviesa una dura etapa vital, agravada por su reciente separación del futbolista Ezequiel Garay, con el que tiene dos hijos, Antonio y Shaila.

Hace unos meses trascendió su intento de suicidio: «Nunca me lo podré perdonar, y mis hijos no deberían». Ahora, tras pasar una temporada en una clínica para intentar superar su depresión, Tamara ha publicado «Cuando el corazón llora«, un libro catártico que quiere que le sirva de cura… un camino para exorcizar sus demonios y compartir su yo más íntimo con la «familia virtual» a la que adora y considera parte esencial de su vida.

En Cuando el corazón llora habla de su infancia… y uno de los momentos más oscuros de esta etapa está relacionado con su padre y la familia de este tras su muerte. Así lo relata para Divinity

 

Tamara Gorro, secuestrada tras la muerte de su padre

 

El padre de Tamara Gorro era, según la influencer, drogadicto. Confiesa que incluso su progenitor se administraba la droga delante de ella: «Mi madre le vio pincharse delante de mí»

Pocos meses antes de la muerte de su padre, Javier Gorro, Tamara fue víctima de un episodio truculento que acaba de desvelar y que la dejó huella para siempre.

Tenía tan solo ocho años…y a pesar de que casi no mantenía relación con la familia de su padre, éste acudió a casa de su abuela a por ella. No lo hizo solo, sino acompañado de un pariente.
«En el portal de mi yaya (…) apareció mi padre acompañado de un familiar y espetó a mi abuela dámela, dámela».

El hombre que acompañó a su progenitor ese día, reapareció tras su muerte para llevarse a Tamara a pasar unos días con la familia paterna.

«Al segundo día de estar con ellos, la misma persona que acompañaba a mi padre al barrio de mis yayos me encerró en una habitación en la que solo había un cuadro de mi padre enorme y una cama….» Allí permaneció secuestrada y alimentada con caldo, pan y agua durante dos días.

Tamara rememora sus gritos y desesperación «solo quería dormir, olvidar, desaparecer»… Finalmente la denuncia de su madre ante la guardia civil permitió su liberación… aunque los recuerdos la han perseguido toda su vida.

 

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