El consejo de su hermano Enrique Iglesias que Tamara Falcó sigue a raja tabla

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Aunque antes de nacer ya era famosa, Tamara Falcó ahora es uno de los rostros más conocidos del momento a pesar de no llevar como algunos de sus hermanos el apellido Iglesias.

Es indudable que cae bien a la mayoría de la gente por su espontaneidad y naturalidad, algo que unido a su empeño por no ofender a nadie,  que ha aprendido de su madre Isabel Preysler, la convierten en un personaje querido por casi todo el mundo. Y eso, que precisamente ella es de las pocas personas que airea de vez en cuando algún defecto de Isabel Preysler, algo que su madre justifica diciendo que son «cosas de Tamara».

La Marquesa de Griñón, título que heredó de su padre, acaba de conceder una entrevista al diario El País en la que precisamente habla de sus relaciones familiares y de los consejos que le da su familia. Y concretamente de uno que le dio hace años su hermano Enrique.

El consejo de su hermano que nunca se salta

Enrique, que está casado con Anna Kournikova y vive junto a ella y sus tres hijos en Miami,  fue quien le aconsejó a Tamara cómo actuar para lidiar con la fama.

Y eso que tal y cómo ella misma ha declarado a El País, «Nunca pensé que llegaría al nivel de popularidad que tengo ahora, pero creo que lo gestiono bien«.

Hace tan sólo unos años era conocida únicamente por ser hija de Isabel Preysler y del Marqués de Griñón, sin embargo en apenas tres años se ha convertido en empresaria, diseñadora de moda, chef, influencer y colaboradora de El Hormiguero, además de ser Marquesa de Griñón.

El consejo de su hermano Enrique para «torear» todo esto es claro: «aislarse deliberadamente del ruido para «guardar su paz mental». Un consejo que Tamara sigue a raja tabla y por eso de vez en cuando se retira de los medios para escucharse a sí misma. «Digo lo que pienso e intento no herir los sentimientos de nadie. Si alguna vez lo hago, pido disculpas porque es la última de mis intenciones».

Además  es muy religiosa, tanto que incluso su pareja Íñigo Onieva tiene anécdota en este sentido que ella mismo explicó en La Razón, «Yo voy a su discoteca y él viene a misa», dando a entender que obligaba a su chico a acompañarla a misa si o si.