La lucha contra los desperdicios es tarea de todos. Pero además, si has preparado unos ricos canelones de los que han quedado restos, es mucho mejor conservarlos para consumirlos unos días después, ¿verdad?
Y es que según datos del Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación, cada español desperdiciamos hasta 31 kilos de comida al año. Una barbaridad que indica que seguramente no estemos haciendo las cosas bien.
Lo primero y más destacado es el control de la temperatura. Para conservar bien los alimentos, debemos introducirlos en la nevera en un plazo máximo de 2,5 horas tras el cocinado. Tiempo suficiente para atemperar sin que proliferen las bacterias, que es justo lo que queremos evitar.
Pero hay otros errores a tener en cuenta. El primero es introducir en el frigorífico el recipiente aún caliente. Esto hará que la temperatura del interior baje de manera brusca poniendo en peligro la conservación del resto de alimentos.
Otro error habitual es cerrar el recipiente cuando aún está caliente. Esto propiciará, a través de la condensación, la aparición de una capa de agua en la tapa o encima de los alimentos, favoreciendo así la proliferación de bacterias.
Lo ideal sería enfriar el alimento sin tapar durante ese margen de las 2,5 horas. ¿Tarea difícil? Para nada… Puedes conseguirlo utilizando agua fría o incluso hielo.
Lo habitual es que los frigoríficos modernos enfríen a temperaturas entre 0º y 5º, pero sin duda, un uso adecuado será nuestro mejor aliado a la hora de garantizar la vida útil de nuestras sobras.
Según los nutricionistas, debemos evitar mezclar alimentos crudos con los cocinados, con la idea de reducir la contaminación cruzada entre ambos. El estante superior suele estar reservado a alimentos cocinados, mientras que el estante intermedio se destina a los lácteos, embutidos y huevos.
El intermedio, en cambio, suele estar pensado para la conservación de alimentos crudos, carnes, pescados y alimentos en proceso de descongelación. El cajón inferior o verdulero, como su nombre indica, conservará mejor las verduras frescas.
Si seguimos estos consejos y protegemos los alimentos del aire o el agua, podremos alcanzar una vida útil que nos haga disfrutar de nuestras sobras como recién salidas del horno.
Estos son, en promedio, los tiempos que se establecen para diferentes tipos de alimentos. Toma nota de esta información y tenla a mano siempre que la necesites:
Carne cocinada
Carne cruda: 2 días si es carne picada y 3 si son piezas enteras.
Pescado
Calamar y sepia: hasta 3 días.
Alimentos con concha (almejas, mejillones, etc): entre 5 y 10 días.
Verduras: entre 3 y 5 días.
Guisos con verduras y sopas: un máximo de 4 días.
Jamón cocido: entre 3 y 5 días.
Jamón serrano: aguanta en la nevera hasta 3 meses.
Huevos:
Arroz, pasta y legumbres: entre 1 y 2 días.
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