Si no te bebías el zumo a la velocidad de la luz, se esfumaban las vitaminas. Si no te acababas la comida temías encontrarte el mismo plato a la hora de cenar. Ellas se iban y tú te quedabas allí, castigado sin ver la tele. No salías a jugar hasta que no terminaras los deberes y para ti no había salchichas si dejabas una pizca de coliflor en el plato. ¿Te has reconocido en esta descripción? Entonces sí, tú también tuviste una madre pesada en tu niñez.
#Joermamamazopesadaeres pero ¿por qué me amargas la vida?
Sí, es probable que en la adolescencia hayas escuchado por boca de tus hijos una frase así. Y es que no entienden eso de «quien bien te quiere te hará llorar«. Creen que te has puesto como objetivo amargarles la vida, fastidiarlos.
Como se lo cuente a tu padre, verás
Me acabo de sentar
Un día cojo la puerta y me voy y a ver cómo os apañáis sin mí.
Os va a comer la mierda
Y si tus amigos se tiran por un barranco ¿tú también?
Verás como saque la zapatilla.
Ni moto, ni mota.
Como vaya yo vas a llorar con motivo.
Están donde siempre
Tómate el zumo de naranja ya que se le van las vitaminas
Las típicas frases de madre les martillean la cabeza una y otra vez: Que me mires a la cara cuando te hablo; Siempre con el ahora, ahora es ya; Por que sí, porque lo digo yo; ¡Recoge la ropa! ¿Por qué están tus calzoncillos tirados en el suelo?; Pon la mesa; ¿Te has lavado los dientes?; Recoge tu cuarto, que está hecho una leonera.
¿Te sientes identificada con todas estas frases? ¿Se las dices a tus hijos a diario? Pues aunque a veces te digan que eres un poco pesada, haces bien. No dejes de hacerlo, un estudio ha demostrado que las madres más persistentes tienen hijos más exitosos.
La persona que más te quiere en el mundo se pasaba tres pueblos contigo, te provocó más de un berrinche ¡e incluso hizo que quisieras emanciparte a los ocho años! Pero la vida no da puntadas sin hilo. Cada resoplido cuando aún no levantabas un palmo del suelo era una lección.
Ya puedes correr a los brazos de mamá como entonces; esta vez para agradecerle tu éxito actual o el venidero. Y es que, según la ciencia, todo aquel que tuviera una progenitora cansina de pequeño será un triunfador.
Si el grado de machaconería con una dosis de mala baba es directamente proporcional a la futura gloria, ¡ganaré un Óscar, como Penélope Cruz o Javier Bardem! Seguramente, se te esté pasando por la cabeza algo parecido. Oye, nunca se sabe, cosas más raras se han visto. ¿Ves? Esta frase siempre ha sido muy de tu parienta. ¡Si es que está en todas las salsas! Siempre en medio, como los jueves.
El caso es que ya puedes flagelarte por aquella vez que deseaste cambiar de familia. Eres la persona más privilegiada del mundo por haber sido criado en un ambiente estricto. Ahora verás con otros ojos esa imagen de tu madre con la bata y los rulos, soltando improperios por la boca porque te rompiste el uniforme al caerte de la bici. Pensabas que nunca llegaría este momento, pero por fin tu mamá mola más que las de tus amigos. Muy enrolladas, sí, ¿pero acaso han criado hijos exitosos consintiéndoles todo?
Todo esto que te contamos se sustenta en una investigación de una prestigiosa universidad. El objeto de estudio fueron 15 500 niñas, a las que se observó desde los doce o trece años, la edad que tenían cuando se inició el proyecto.
No solo eran coetáneas. Otro de sus puntos en común era tener a madres sobreprotectoras y más insistentes que aquel chico que quería salir contigo a toda costa en el colegio.
El análisis se prolongó hasta que las voluntarias alcanzaron la edad adulta. Es decir, algo más de un lustro. ¿Y dónde están ahora esas dulces muchachitas? La mayoría se labró un futuro prometedor. Muchas de ellas se matricularon en la universidad y se licenciaron con notas sobresalientes.
Ahora disfrutan de sueldos elevados y de una vida acomodada. También hay que señalar que muy pocas se quedaron embarazadas en su adolescencia, al menos de manera no deseada. Esas niñas cuyas progenitoras eran todo menos permisivas se convirtieron en adultas responsables, alejadas del conflicto ¡y en auténticas lumbreras!
Por eso, si no recuerdas ver a tu madre callada en tu niñez, has de saber que quizá te estaba haciendo un favor resultando tan cargante. ¿Por qué crees que has triunfado en la vida? Medítalo y cuando vayas a verla a su casa y tengas que soportar ese carácter que gasta, tómatelo de otra manera. ¡Ha criado a un hijo exitoso!
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