El hecho de acariciar a un gato es una de las sensaciones más placenteras que existe. A pesar de ello, no todos se dejan.
Si por algo son conocidos los gatos es por su carácter peculiar. Su forma de dar cariño y recibirlo difiere a la de los humanos.
Por ello, entiende el lenguaje corporal de tu mascota para que tu comunicación con ella sea la mejor posible. Los gatos pueden considerar una caricia como una agresión. Te explicamos por qué.
Si no les gusta la caricia es muy probable que la vayas a dar en una zona que no es la adecuada, o sin embargo, puede tratarse del tiempo en el que estás realizándola. Para adaptarnos y lograr una mejor relación, es importante considerar estas ideas.
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Haz que las caricias sean previsibles. Evita abordarle de una manera imprevista, pues pueden asustarse. Hazlo con movimientos suaves y lentos. Además, asegúrate de que les vaya a gustar. Las zonas que más les gusta suelen ser las mejillas, en la frente o el lomo.
Antes de actuar, asegúrate de que el animal se va a dejar acariciar. De lo contrario, habrá que asumir que el animal está esquivándolo. Adáptate a su comportamiento sin forzarle.
Al acariciar a un gato se refuerza el sentimiento y el vínculo entre ambos. Es decir, si el animal está tranquilo en el momento de la caricia, se multiplican las sensaciones. Por contra, no fuerces el momento si le ves intranquilo, pues también el efecto se multiplicará pero en el peor de los sentidos.
Finalmente, si decidimos tocarle, hay que estar atento a la respuesta de este. Si mueve la cola de un lado al otro fuertemente, tiene las orejas plegadas, el ceño fruncido o intenta apartarse, muy probablemente no esté disfrutando.
Las reacciones a este tipo de caricias pueden deberse a muchos aspectos. Uno de ellos es que no esté muy acostumbrado al contacto humano o que aún no se fíe de sus dueños.
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