La vitamina D es muy importante para nuestro organismo ya que cumple hasta sesenta funciones diferentes. Además de fijar el calcio en los huesos, es esencial para mantener el sistema inmunitario en buenas condiciones.
Por ejemplo, una carencia de vitamina D nos hace más vulnerables ante alergias, gripes, enfermedades autoinmunes, cáncer, etc.
Pero aún hay más ya que la falta de este tipo de vitamina se asocia al insomnio, la falta de concentración, el decaimiento, los dolores de cabeza y migrañas, fibromialgia…
Ya ves, la Vitamina D es más importante de lo que crees y de cara al otoño y el invierno empieces a advertir su carencia.
Todos los expertos apuntan a que un nivel idóneo de este metabolito puede encontrarse entre los 40-70 ng/ml.
Y lo creas o no, no es fácil conseguirlos. De hecho son muchas las personas que ignoran que están por debajo del mismo.
Si no es posible esta exposición habría que ingerir alimentos que contengan vitamina D o un suplemento.
Vamos a darte una mala noticia, no. Y hay una razón, la radiación que ayuda al cuerpo a sintetizar la Vitamina D para que se fije en los huesos el calcio y los proteja, la ultravioleta tipo B (UVB), se queda detrás del cristal, no impacta en nuestra piel.
La solución pasa por exponernos al sol pero con la ventana abierta, para que los rayos puedan penetrar en nuestra piel de forma natural. Unos 20 minutos al día, en estas circunstancias que nos ha tocado vivir, serían suficientes. Ya recargaremos pilas cuando podamos salir libremente a la calle.
Recuerda que estos días, deben abundar en tu dieta estos alimentos: