Aunque las emociones sean difíciles de medir, en una ruptura hay implicaciones psicológicas y bioquímicas que pueden ser cuantificadas y analizadas.
Y esto es lo que ha hecho un grupo de investigadores, que han podido determinar que el tiempo medio desde una ruptura sentimental hasta su total superación abarca desde los seis meses para los más afortunados, hasta los dos años para los mas sensibles. Ya sabes, cada persona es un mundo y cada duelo es único.
La Univertisy College de Londres y la Universidad de Binghamton de Nueva York han publicado de manera conjunta las conclusiones de su estudio «Diferencias cuantitativas de sexo en respuesta a la disolución de una relación sentimental».
Además de la realidad propia de cada uno, y que condiciona notablemente el desarrollo del duelo en cada persona, los investigadores han descubierto que los hombres y las mujeres nos enfrentamos a esta situación de formas muy diferentes.
En las mujeres, las sensaciones desagradables y el dolor es mucho más intenso, aunque se recuperan mucho antes del duelo amoroso. Los hombres, en cambio, sufren menos por amor, pero la evolución hasta la recuperación es mucho más lenta.
En cuanto a cronología, la diferencia es tan importante, que muchos hombres reconocen pasar página e iniciar una nueva relación sin que realmente hayan terminado de superar el desamor y finalizado el vínculo con su ex. Mala combinación, ¿verdad?
Por otro lado, las mujeres tienden a romper con más frecuencia que los varones, quizá porque valoran más su situación emocional que los hombres. En lo que si estaremos todos de acuerdo, y ahora ha podido ser cuantificado, es que el que toma la iniciativa a la hora de romper sufre mucho menos que la persona abandonada.
Si has roto recientemente, o has pasado en algún momento de tu vida por un proceso de estas características, habrás comprobado que la evolución pasa por diferentes fases.
El equipo responsable de estos hallazgos ha identificado hasta seis momentos distintos durante el duelo. La primera fase llega con la desorientación y el miedo a la incertidumbre de nuestro futuro sin la otra persona y todo lo que implica. Más tarde, llegan las fases de dolor, tristeza, la etapa reflexiva y la de asimilación de lo ocurrido.
Si todo va como debe, el final del duelo se caracteriza porque el individuo se abre a entablar nuevas relaciones para finalmente volver a sentirse pleno y que ha recuperado el control de su vida.
Los síntomas de un duelo son físicos y emocionales y varían mucho en cada persona y proceso, pero podríamos concluir que una ruptura desencadena una bajada en nuestro estado anímico, que puede llegar incluso a la depresión si la ruptura no ha estado bien gestionada. Le siguen la ansiedad, el pánico, la ira, el estrés y por supuesto, la baja autoestima.
En cuanto a los problemas físicos relacionados con el desamor, y además de la falta de apetito, suelen aparecer problemas estomacales, dificultad para conciliar el sueño o una bajada de las defensas de nuestro sistema inmunitario. Hay personas que incluso se dan atracones, una conducta muy asociada a la depresión.
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