Un término que, tal y como explican desde la web de la Cadena Ser, engloba» todas las sustancias externas al organismo que añadimos al alimento durante su procesamiento o cocinado. La mayoría de ellas se generan durante la cocción a alta temperatura y tienen la capacidad de dañar nuestras células, incrementando el riesgo de lesiones y la progresión de tumores.»
Entre este tipo de compuestos los más importantes son las aminas heterocíclicas y los hidrocarburos aromáticos policíclicos. Los alimentos no los tienen de manera natural sino que nosotros los incorporamos al cocinarlos a alta temperatura.
Este tipo de compuestos se forman también durante la combustión incompleta de la madera o el carbón y se depositan encima del producto dando lugar a ese sabor ahumado tan típico de los productos ahumados.
Esto haría más recomendables unas técnicas de cocinado que otras, a modo de ejemplo, «100 gramos de un muslo de pollo con piel a la barbacoa conlleva la formación de 17950 ng de un compuesto llamado PhlP, una amina heterocíclica clasificada como posible carcinógeno, según la IARC (Agencia Internacional de Investigación en Cáncer)» y hacer este mismo pollo a la plancha supondría menos de una cuarta parte de este compuesto que se reduce mucho más si lo hacemos al horno.
Además, parece demostrado que adobar o marinar carnes o pescados, así como usar especias, ajo, limón o aceite de oliva reducen su formación, y utilizar barbacoas verticales podrían reducir la formación de xenobióticos entre diez y treinta veces, ya que evita que el alimento absorba el humo que se forma al quemarse la grasa en el carbón.
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