«¿Estás bien? ¿Sigues ahí? ¿Qué pasa, Laura?«, se preocupaba Diego Losada al ver que su compañera no estaba bien. «Bueno, son muchos meses aquí y estoy con un poco de ataque de ansiedad en estos momentos«, confesaba esta. Mirando por el bienestar de esta, el presentador optó por pedirle a esta que se tranquilizara y pasar a cortar la conexión.
No obstante, Laura insistía en llevar a cabo su labor de informar acerca de la última hora en el país. «No pasa nada, podemos continuar. Pregúntame«, solicitaba esta que, tras insistir, convenció a Losada para seguir con la conexión. «¿Cuántos días llevas en Ucrania?«, le preguntaba este, convirtiendo la experiencia de ella en lo destacado de la conexión debido a la implicación emocional que había comenzado a pasar factura a la corresponsal.
«Llegué en marzo, al principio de la guerra, hice un pequeño descanso entre julio y agosto y regresé a finales de ese mes. Voy a hacer casi ocho meses aquí», expresaba esta, que además contaba cómo estaban cooperando para aportar su granito de arena en esta terrible situación. «Y entre todo eso que tenéis que hacer desde que os despertáis, que se llama sobrevivir, sacáis hueco para informar y conectar con nosotros. Entendemos que por eso te vemos así de afectada«, apuntaba el presentador.
Los reporteros son humanos y no es la primera vez que vemos a alguno de ellos sufrir durante una conexión en directo. La situación a veces no es fácil para ellos, como tampoco lo es para el que está en plató comunicándose con ellos. «Es la primera vez que un reportero me dice que está teniendo un ataque de ansiedad en directo por eso me he asustado mucho, ¿estás mejor? ¿Cómo estás?«, se sinceraba Losada, preocupado por ella.
Esta aseguraba que no era la primera vez que le sucedía algo así antes de un directo. «Es desagradable. Notas que estás saturada, que tu mente no puede más. Son muchas vivencias, las desgracias de las personas las llegas a hacer tuyas. No puedes salvar a las personas. Nuestra labor es comunicar, transmitir. Yo no soy voluntaria y muchas veces llegamos a puntos extremos en los que, aunque nos pongamos una coraza, se rompe y nuestra mente explota», exponía Laura de Chiclana.
MÁS SOBRE: