«Hay áreas completas vedadas para nosotros. No podemos ni pasar, porque entonces te coge la cámara y se rompe esa ilusión de que las islas están deshabitadas«, ha explicado Juana Martínez a El Confidencial. Juana es uno de los 200 habitantes que forman la comunidad garífuna que habita la zona, y esta ahora ha explicado la realidad a la que se enfrentan durante las emisiones del programa.
«Cuando se graban los ‘realities’, en torno a cuatro meses al año, no nos dejan ni pasar por ciertas playas. Vivimos de la pesca y no podemos pescar. Esto nos sitúa en una situación de vulnerabilidad que se acentúa con la presencia de militares armados en la zona a los que solo importa que Supervivientes vaya bien«, denuncia. Y es que desde que en los años 90 el Gobierno vendiera el Cayo Menor y parte del Cayo Mayor a una empresa destinada a explotar la zona, los garífunas han visto limitado sus recursos mientras otros se enriquecían haciendo uso de sus islas.
Son varias las voces de las que El Confidencial se ha hecho eco para dar a conocer esta realidad. Otra historia es la de Jurdin Zúñiga, quien en una ocasión tuvo que entregar su pesca del día a las autoridades que controlaban una zona en la que al parecer estaba prohibido pescar. Su hermana, Higinia, estalló ante este hecho para luchar por sus derechos.
«Nosotros somos locales, nacidos y criados en este cayo, y pedimos conciencia a estos millonarios benditos que están matando y destruyendo a nuestra gente. Si el dinero es el problema, que lo tomen, pero un intento de asesinato es dramático para nuestra comunidad de pescadores«, expresaba esta después de que Jurdin hubiera sido apuntado con un arma.
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