Lo normal es que nuestro mejor amigo perruno simplemente se esté rascando y la espalda no es un sitio fácil al que llegar con la boca o las patas. Por eso lo más fácil es frotarse contra la arena, la hierba o la alfombra e incluso el parqué de casa.
Puede haber otro motivo meramente fisiológico: que tenga calor, tan simple como eso. Y es que sus glándulas sudoríparas están en las almohadillas de sus patas, por lo que si vienen de correr o hacer una actividad física intensa, revolcarse de espaldas contra el suelo, sobre todo si este está frío, les ayuda a enfriarse.
Y dejando lo físico a un lado, este gesto puede tratarse también de una técnica de protección cuando juegan con otros perros ya que esta postura les permite protegerse el cuello de un posible ataque.
En 20Minutos hacen referencia a un estudio de la Universidad de Sudáfrica y de la Universidad de Lethbridge, que reafirma esta hipótesis, «en realidad les permite evitar mejor las mordeduras y poder recuperar la ventaja en el enfrentamiento, sea por juego o ante un encontronazo de agresividad genuino.»
Y hablan también de que en determinados contextos este gesto puede tratarse de una señal de respeto, confianza e incluso sumisión en algunos casos.
Si ves que es una actitud que repite con demasiada frecuencia es importante que lo revises bien por si tuviera pulgas, ácaros o alguna alergia, lo mejor es una visita al veterinario que nos saque de dudas.
MÁS SOBRE: