Hambre emocional.

Qué es el hambre emocional y cómo superarlo con 5 simples pasos

Acabar con esa compulsión no es fácil, por eso, hay que saber qué rutinas y hábitos no la provocan

Sandra Escobar

Estás en casa teletrabajando y te muerdes las uñas, pero al final te acercas a la cocina y picoteas cualquier comida que tengas más a mano. O estás sentado viendo la televisión y, sin poder remediarlo, algo dentro de ti de incita, de manera muy insistente, a meterle un bocado a algo, aunque no tengas hambre. Eso ocurre una o dos veces al día y ya se empieza a manifestar con una sensación constate. Esto que muchas veces llamamos ingenuamente ‘gula‘, puede suponer un trastorno conocido como hambre emocional.

¿Qué es el hambre emocional?

Desde el Instituto Europeo de Nutrición y Salud describen el hambre emocional como la tendencia o hábito mediante el cual se utiliza la comida como una forma de sentirse mejor, por lo que podemos decir que se trata de una manifestación de la ansiedad que es la que nos impulsa a ingerir alimentos incluso sin tener hambre como una forma de «gestionar problemas personales».

Estas situaciones, según los expertos, suelen darse en momentos de estrés, cuando estamos más bajos anímicamente o cuando estamos aburridos. Por tanto, este atracón aparentemente inofensivo se encuadra dentro de los trastornos alimenticios, ya que esa supuesta necesidad de comer acecha a quienes la padecen de una forma «descontrolada» e «impulsiva». Es como una manera de afrontar nuestras emociones o sentimientos negativos.

Qué es el hambre emocional. (Getty)

«El hambre emocional suele tener lugar cuando hay algún problema de índole psicológico que repercute en los hábitos alimentarios de la persona y, por lo tanto, en su forma de actuar. Por ejemplo, se puede comer compulsivamente cuando alguien está pasando por un período de nervios o de estrés, o por el contrario puede que a alguien se le cierre el estómago tras recibir una mala noticia», explicó a Europa Press la doctora dietista-nutricionista del Colegio Oficial de Dietistas Nutricionistas de Madrid (CODINMA), Elena Sánchez Campayo.

Una de las consecuencias del hambre emocional es la culpa y, según la institución especialista, le ocurre especialmente a personas que son muy exigentes consigo mismas y aquellas que han probado suerte con dietas sin obtener los resultados deseados. «Una mala rutina también puede aumentar el atracón emocional», agregan.

Los 5 pasos para pararlo

Los efectos de estos atracones emocionales pueden tener efectos negativos que ponen en peligro la salud y que puede derivar en serias enfermedades como la obesidad, la anorexia o la bulimia. Para evitar estas terribles consecuencias, es necesario conocer los pasos para frenar el hambre emocional:

  • Acudir a un profesional. Ante estos trastornos, es importante recurrir a especialistas en la materia —ya sea nutricionista o psicólogo—, puesto que estos atracones suelen mantenerse en el tiempo y son un hábito que, en opinión de expertos de CODINMA, debe tratarse con «objetividad y voluntad» y en muchos casos, como el origen es psicológico, hay que ir a la raíz del mismo. Además, a veces los síntomas con imperceptibles para un ojo inexperto.
  • Técnicas de relajación. Aunque no lo parezca, es un método altamente recomendado por CODINMA y el Ine de Nutrición y Salud par aponer en práctica justo en el momento en el que aparezca un atracón. También aconsejan hacer respiraciones profundas unas tres o cuatro veces. «Cuando asociamos un estado de nervios con comer compulsivamente, por ejemplo, tras hacer dos o tres respiraciones es probable que no se coma tan compulsivamente como se pensaba en el inicio», apuntaba Sánchez Campayo.
  • No caer en la tentación. Si la excusa para ceder ante el hambre emocional sin necesidad es un simple ‘me apetece’, hay que negarse. Desde el Instituto de Nutrición insisten en que hay que saber distinguir entre lo que es un atracón y lo que es una necesidad fisiológica, por lo que es importante saber controlar los impulsos.
  • Maniobra de distracción. Se trata de una herramienta disuasoria. Así, hay que mantener la mente y el cuerpo ocupados con otra cosa para que no surja ese falso apetito compulsivo. Una buena forma de hacerlo es salir a pasear o practicar algún tipo de deporte o actividad.
  • Darse tiempo y reflexionar. En caso de seguir una terapia o ir a consulta, hay que ser pacientes. Se trata de un proceso de introspección, autoconocimiento y, sobre todo, sanación; por lo que es algo que lleva su tiempo. También ayuda preguntarse a uno mismo por qué surge ese ansia por comer o replantearse si es realmente necesario sucumbir a ese impulso.

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