Según este estudio en el primer puesto estarían las bebidas alcohólicas de alta graduación, reservas, wiski, cavas o champán entre otras. A continuación estarían los productos de charcutería ibérica, que suelen ser fáciles de ocultar.
El tercer lugar es para los productos de afeitado, recambios sobre todo, suelen ser caros y de un tamaño pequeño, lo que los hace muy atractivo para los cacos. El siguiente producto que suele desaparecer más de los lineales del super sin ser pagado son los chocolates y las cápsulas de café.
Por último los perfumes, las cremas, el maquillaje, desodorantes y todo tipo de productos de higiene personal además de las pilas estarían entre los objetos más robados.
Aunque el robo no es la única práctica, también es frecuente el intercambio de etiquetas para abaratar el coste de los productos.
A pesar de todo, según recoge The Objective, «el número de hurtos en los comercios siguen siendo inferiores a los que se registraban antes de la llegada de la pandemia».
Tal y como explica explica el jefe del grupo de análisis criminal de delitos contra el patrimonio, Diego Alejandro Palomino: «Esperábamos que el levantamiento de las restricciones supusiera un gran crecimiento respecto a los datos de un 2020 marcado por el confinamiento y el cierre de negocios, pero la realidad es que no se ha producido un aumento y los delitos comerciales siguen lejos de lo que sucedía antes de la pandemia».
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