Y lo hacemos fijándonos en algo de lo que se hace eco el diario 20Minutos, un reportaje del medio especializado en salud Medical News Today que habla de los motivos por los que dejamos las cosas para el último momento además de hablar de que la clave parece estar en el cerebro y que para corregirlo es esencial la fuerza de voluntad.
La clave parece estar en la lucha entre el sistema límbico y el cerebro y esto es lo que explica la psicoterapeuta Sharon Greene sobre ello, “El sistema límbico es una parte más mayor del cerebro que es automática y busca placer, así como evitar las cosas que causan aflicción. Por su parte, la corteza prefrontal es una parte más nueva que ayuda a planificar, tomar decisiones y a alcanzar metas a largo plazo. Todos sufrimos en alguna ocasión procrastinación debido al conflicto entre estas dos estructuras de nuestro cerebro”.
Respecto a si disminuye con los años la tendencia a procrastinar, la investigación de Anna Rodríguez y Mercè Clariana (Universidad Autónoma de Barcelona) sobre la procrastinación de los estudiantes universitarios muestra que la edad es un factor clave, señalando incluso que «en la etapa universitaria la procrastinación solo depende de la edad, en ningún caso del curso académico que se está estudiando».
Algo en lo que según las autoras tiene mucho que ver la corteza prefrontal, sobre todo a edades tempranas, como la adolescencia, cuando todavía esta parte del cerebro está madurando, lo que les hace más proclives a procastinar.
En lo que se refiere al efecto de la edad sobre la demora académica las autoras explican que “los resultados muestran que los alumnos menores de 25 años procrastinan significativamente más que los alumnos de mayor edad”.
Tal y como explica un artículo del New york Times, Fuschia Sirois, profesora de Psicología en la Universidad de Sheffield explica con respecto a por qué procrastinamos que, “No tiene sentido hacer algo que sabes que tendrá consecuencias negativas” y añade «Las personas se enganchan en este círculo irracional de procrastinación crónica debido a una incapacidad para manejar estados de ánimo negativos en torno a una tarea”.
Es decir, sería «una manera de enfrentar las emociones desafiantes y estados de ánimo negativos generados por ciertas tareas: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento y más.» Tal y como explica el mismo medio, Tim Pychyl, profesor de Psicología y miembro del Grupo de Investigación sobre Procrastinación en la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá, explica que “La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”.
Sobre como evitar dejar las cosas para el último momento, Greene insiste en que pensar en los efectos negativos de la procrastinación ayuda a no cometerla, “Imagina cómo te sentirás haciendo una determinada tarea a última hora, incluyendo estrés, agotamiento y la posibilidad de no completarla a tiempo. Para algunas personas, esta visualización puede ser suficiente para empezar a hacer la tarea” y habla además de los beneficios de concederse una recompensa a uno mismo tras hacer cada tarea.
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