La infidelidad es una de las heridas dentro del marco de una relación de pareja que más daño ocasiones.
Es común pensar que existen diferencias en los motivos que impulsan a hombres y mujeres a ser infieles. Solemos creer qué, cuando el hombre es infiel, es simplemente porque quiere tener sexo con otras personas. Sin embargo, solemos asociar la infidelidad femenina con una búsqueda de atención o afecto.
¿Esto es realmente así? ¿Nos motivan deseos diferentes a hombres y mujeres? Yo creo que no.
Mi nombre es Alejandro Vera y soy psicólogo y nutricionista en Madrid. En este artículo, vamos a reflexionar sobre las causas de la infidelidad femenina.
Esther Perel es una de las psicólogas mas importantes en el ámbito de las relaciones de pareja. En su libro El dilema de pareja, se trata en profundidad el tema de la infidelidad. Perel entiende esta como una conducta motivada de reencuentro con uno/a mismo/a.
Dicho de otro modo, lo que buscamos realmente no a es otra persona, si no a nosotros mismos en la relación con otra persona. Todos tenemos algo en nuestro interior llamado “yo en relación”, esto es, esa parte de nuestra identidad que se construye entorno a otra u otras personas.
Esa identidad relacional tiene que ver con sentirse atractivo, ingenioso, importante, gracioso, etc. Cuando nuestra identidad se apaga, buscamos una nueva relación donde poder volver a conectar con aquello que tanto nos gusta de nosotros.
Seguramente te suene la historia…”yo no buscada nada, pero me hizo sentir tan bien…”. Por tanto, hombres y mujeres somos infieles para conectar con una parte de nosotros que chilla y patalea desde nuestro centro.
Seguramente te hayan dicho o pienses qué, cuando alguien es infiel es porque no quiere a su pareja. En cierta forma, el clásico dicho “Lo que no me dan dentro, me lo tengo que buscar fuera”, es cierto. Sin embargo, considero que esto no tiene que ver con el querer o el amor.
La mayoría de relaciones que acaban no lo hacen por falta de amor, si no por falta de ilusión. Nos han contado que el amor lo puede todo, pero no es cierto. Las probabilidades de éxito de una relación tienen mucho que ver con el nivel de compatibilidad y de deseos compartidos.
Cuando una pareja coincide en lo que quiere para su vida, en sus sueños y se retroalimenta de ello, es bastante probable que el sentimiento sea de satisfacción o plenitud. Mientras que otra donde no sucede esto, por mucho que se quieran, inevitablemente tendrá grietas.
Querer es algo afectivo, es una capacidad intrínseca que tenemos las personas para proteger, cuidar, necesitar, etc. Puede ocurrir qué, aunque tengamos el deseo de hacer todas estas cosas por alguien, otra parte de nosotros no se sienta completa.
Aquella relación que hace que saques lo mejor de ti mismo, hará que te quieras quedar, ya que acompaña el estar bien contigo mismo. Mientras aquella otra, que sientes que anula partes de ti, seguramente con el tiempo y su desgaste, provocará que busques soluciones alternativas.
Podría parecer que estoy justificando la infidelidad. Sin embargo, lo que estoy justificando es el deseo de ser infieles. Considero que no se puede castigar a nadie por lo que desea, pero sí por lo que hace.
El ejercicio de honestidad es el de ser capaces de comprender lo que nos está sucediendo y ponerlo en común con nuestra pareja. Lo que convierte a la infidelidad en un agravio es la traición o la mentira.
Está claro que no es algo fácil de comunicar, pero nadie es culpable, por ejemplo, desear estar con otras personas.
La razón por la que nos cuesta tanto expresar que deseamos estar con otras personas, es porque recibimos esto como un ataque personal. Solemos pensar qué, si mi pareja quiere estar con otras personas es que ya no le gusto, no le atraigo o no soy tan especial.
Esto afecta a la propia autoestima, haciéndonos dudar de nosotros mismos y de nuestros atributos personales.
¿Y por qué no buscar esa necesidad personal dentro de la pareja?
En terapia de pareja este es el enfoque para entender la infidelidad. Muchas parejas tras haber vivido un incidente de este tipo, quieren continuar juntas, sin embargo, no pueden.
Generalmente, quién no puede es la persona que ha sido engañada, ya que, aunque quiere perdonar, no consigue hacerlo. Bien porque se siente incapaz de asimilar que su pareja haya sido infiel, o bien porque ha perdido la confianza.
Considero que no todas las infidelidades son iguales y no existe una solución definitiva para declarar si una infidelidad debe perdonarse o no. Debemos ser capaces de entender de donde viene esta y su significado.
También debemos tener cuidado de acabar culpando a la persona que ha sido engañada de haberlo provocado. Una relación puede tener carencias y podemos sentirnos incompletos, hasta ahí, todo bien. A partir de este punto, las personas tenemos una responsabilidad afectiva donde debemos ser fieles a nosotros mismos y reconocernos las cosas como son, solicitarlas, buscar soluciones compartidas o abandonar la relación.
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