Querulante, del latín “querulus” que significa “que se queja”. Algo que es relativamente frecuente en el mundo del derecho, dónde es fácil que los abogados, fiscales y jueces se encuentren con este tipo de personalidad en el desempeño de su actividad, se trata de personas «con tendencia a pleitear de forma constante, a sentirse ofendida y perjudicada sin base alguna, buscando y reclamando una idea de justicia que solo existe en su mente.», tal y como describe la web lamenteesmaravillosa.com.
Y es que tal y como expone niusdiario.es, José María Torras Coll, profesor asociado de Derecho Procesal de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, explica que la personalidad querulante inducirá y provocará, de forma compulsiva “litigios judiciales, innecesarios en cuanto carentes de base real”, ya que se trata de “sujetos de que creen que están siendo objeto de una conspiración, engaño, que son espiados, seguidos, envenenados, calumniados maliciosamente, perseguidos u obstruidos en la consecución de sus metas a largo plazo”.
Pero más allá del ámbito del derecho, la personalidad querulante se puede abordar desde la psicología y la salud mental , ya que ya que este tipo de personalidad suele generar malestar, conflictos y consecuencias negativas para todo el entorno de la persona que lo sufre.
Personalidad querulante, mejor no tenerla, ¿sabes qué es?
Según explica al mismo medio la psicóloga Elena Sanz, las características más frecuentes de las personas querulantes son:
Sentir que son víctimas conspiraciones, engaños o que son perseguidas o espiadas
Tienen un ánimo irritable generalmente acompañado de rabia y descontento. Son hostiles y reivindicativas.
Se sienten incomprendidas, calumniadas y perjudicados, incluso sin indicios reales de que esto sea así.
Son poco tolerantes a la frustración, incapaces de perdonar agravios y son rencorosas. Sienten deseos de venganza hacia otros.
Creen que tienen siempre la razón
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Y su conducta suele ser muy reconocible en rasgos como estos:
Suelen mostrar actitudes de sospecha, suspicacia, recelo y desconfianza.
Suelen litigar y buscar que se imparta justicia para ellos y ser resarcidos de los supuestos daños causados, por lo que acuden a los tribunales con frecuencia.
No están dispuestos a escuchar otras opiniones y no cesan hasta que se les da la razón