Estos días Pilar Eyre en las páginas de la Revista Lecturas acerca a los lectores el lado más personal de el hijo de la Infanta Cristina. La periodista lo define cómo maduro e independiente además de cosmopolita, y habla de su trabajo e incluso de lo que gana el joven en el F.C. Barcelona de balonmano.
Desde niño tanto Pablo cómo sus hermanos han estado muy acostumbrados a viajar, Barcelona. Washington. De nuevo Barcelona. Y Suiza, han sido los diferentes lugares dónde han tenido que adaptarse.
Ahora vive en Barcelona y compagina su pasión con sus estudios en una escuela de negocios. Juega en el mismo equipo que lo hacía su padre, el F.C. Barcelona de balonmano, y a pesar de jugar en el Barça B, ha jugado ya en algunas ocasiones con el primer equipo, aunque según explica Eyre en la publicación, «juega sin remuneración y viviendo en la Masía de la Ciudad Deportiva». Por lo tanto depende económicamente de su madre aún explica la colaboradora que matiza que «su padre no aporta, teniendo en cuenta que no recibe ningún ingreso desde hace años».
Y es que a pesar de que el joven tenga actualmente un brillante futuro en el deporte y se haya ganado a todo el mundo con su carácter y amabilidad, su vida no siempre ha sido un camino de rosas.
Según la bloguera de Lecturas, tanto Pablo como sus hermanos tuvieron que enfrentarse a constantes desprecios en su infancia y explica: “Con el caso Nóos, la familia se trasladó a Washington. Los niños lo pasaron mal en el colegio; el mayor, Juan, sufrió ‘bullying’”.
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