Hay personas que les encanta el sabor de la comida quemada, pero no por ello significa que sea recomendable. Un ejemplo de ello son las tostadas del desayuno o la carne demasiado hecha. Además, cocinar la comida a más de 120 grados genera sustancias dentro del grupo de las aminas heterocíclicas y acrilamida, considerados «probablemente cancerígenos» por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer.
Varios estudios han observado que los animales expuesto a la acrilamida, la sustancia que contiene la comida quemada, tienen mayor posibilidad de desarrollar tumores y mutaciones genéticas.
Surge por los aminoácidos presentes en los alimentos. No solo se forma en el pan, sino también otros alimentos como patatas fritas, croquetas, cereales de desayuno o café. Los daños que produce esta sustancia afectan al esófago y al intestino. Un consumo continuado de esta comida puede terminar por causar pesadez en el estómago, acidez y muchos tipos de molestias gástricas.
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Para evitar que esta sustancia nos afecte, hay que vigilar los alimentos para que no se produzca. Para ello, presta atención a los tiempos de cocción y la temperatura. Además, tendrás que fijarte en el color. Un color ligeramente dorado indica una menor cantidad de acrilamida. Evita las partes marrones oscuras cuando frías, tuestes y hornees.
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