Desde la web de Uppers nos explican con el consejo de un dermatologo, cuáles son los daños a largo plazo del hábito de morderse las uñas. La mayoría de ellos tiene que ver con secuelas en nuestra salud bucal.
Y es que se trata de un hábito que normalmente comienza muy pronto en los niños, que suelen hacerlo por ansiedad ante un exámen o una regañina, siendo el acto de morderse las uñas una via de escape ante la intranquilidad de estas situaciones incómodas para ellos. Al final se trata de algo puntual que termina en convertirse en un hábito.
Por no hablar de las bacterias que se van pegando a manos y dedos, que al llevarnos a la boca constantemente hace que la la posibilidad de contraer infecciones sea mayor. También se puede producir una infeccíon muy concreta llamada paroniquia, que consiste en una infección en los dedos producida por los desgarros que no provocamos al mordernos los padrastros, que puede provocar hinchazón, enrojecimiento e incluso pus.
Al mordernos las uñas también estamos dañando la articulación temporomandibular, que «es “obligada” a posiciones forzadas y acaba resintiéndose». También , el crecimiento normal de las uñas y su desarrollo se verán afectados con microrroturas, debilitamiento y crecimiento irregular.