También tiene la ventaja de poder ser conservarla bastante tiempo. Si te animas a adentrarte en el mundo de la repostería casera, y más concretamente de las mermeladas… vamos allá.
Lo primero con lo que debes contar es con unos ingredientes de calidad. Que necesites fruta madura no quiere decir que valga cualquier fruta, debe ser una buena fruta de temporada que no esté ni muy verde ni muy blanda.
El segundo ingrediente importante es el azúcar, que además de endulzar actúa como conservante y le da más consistencia a la mermelada porque es espesante. De ahí la importancia de medir bien la cantidad. El mejor, el azúcar blanco. La proporción ideal es utilizar por cada 1,5 kg de fruta, 500 g de azúcar. Te saldrán unos 4 o 6 tarros dependiendo del tamaño.
Lo primero es lavar, pelar y trocear la fruta. Después ponla en un cazo junto con el azúcar y remueve. Pasados diez minutos, cuando se haya disuelto el azúcar, añade un chorrito de zumo de limón, remueve y lleva la mermelada a ebullición. No se trata de dejar la fruta cociendo eternamente hasta que quede blanda. Baja el fuego al mínimo y deja que siga cociendo 35 minutos más. Cuando la fruta esté casi deshecha, tritúrala, deja que se enfríe y métela en tarros.
Para que se conserve bien durante más tiempo, lo mejor son los tarros de cristal previamente esterilizados. Si quieres conservar durante algunos meses la mermelada vuelve a esterilizar los botes una vez llenos. Para ello ciérralos herméticamente y hiérvelos 30 minutos. Déjalos enfriar y guárdalos.