Normalmente mentimos para evitar discusiones, no herir opreocupar a la gente que queremos, agradar a los demás, por falta de habilidades sociales o incluso por algunos trastorsos psicológicos como los de personalidad o aquellos que tienen que ver con la alimentación o adicciones. El problema está cuando esto se convierte en algo patológico, en un problema.
En este sentido los factores que deben preocuparnos más es con qué frecuencia mentimos, qué circunstanias nos llevan a hacerlo, qué consecuencias tienen nuestras mentiras y lo graves que son estas.
Victoria Orbe, psicóloga de El Prado Psicólogos Madrid , explica a este mismo medio que cuando mentimos con frecuencia, «el engaño tiende a convertirse en una respuesta automática e impulsiva, no tanto fruto del deseo de manipulación o la astucia, sino de un hábito». La experta también explica que muchas veces las personas no saben por qué mienten, » la mentira no busca un beneficio concreto sino que es una especie de acto reflejo o inconsciente.»
Algo que suele llevarnos a tener conflictos en el trabajo y con la familia, a pesar de lo cual la persona no puede dejar de mentir, aunque lo hace sin ninguna mala intención e incluso con ansiedad. Es ahi cuando subyace algún tipo de problema psicológico o emocional.
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