Seguro que sueles experimentar esto una o dos veces por semana, o así lo afirma la Asociación Estadounidense de Psicólogos Escolares. Antes de que te entren ganas de ponerte a gritar a ti cuando lo hace, párate a pensar qué es lo correcto.
Las pataletas suelen estar provocadas por el hambre, cansancio, frustración o malestar. Se suelen empezar a dar a partir del segundo año de vida cuando el niño comienza a desarrollarse pero aún no sabe como expresar sus emociones, y mucho menos gestionarlas.
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«Los niños pequeños carecen de las habilidades físicas, motrices y lingüísticas necesarias para conseguir lo que quieren, algo que, como es normal, puede provocarles frustración», explica Paul L. Underwood en The New York Times. «¿Cómo te sentirías si quisieras una cuchara, pero no llegaras al cajón de los cubiertos y nadie entendiera lo que les estás pidiendo?», sostiene.
Los expertos recomiendan a los padres mantener la calma cuando se de esta situación. Quizá te salga reñirle por portarse mal, pero puede empeorar las cosas. Hay una técnica para volver cuanto antes a la normalidad: cantar.