¿Te ha pasado alguna vez que has llorado después de tener relaciones íntimas? Estás teniendo sexo con alguien que te atrae mucho, lo pasáis bien, alcanzáis el tan ansiado orgasmo y minutos después, en vez de relajarte y reír, te invade una sensación desoladora y te entran ganas de llorar. No puedes evitarlo y tu acompañante se preocupa por verte así y te pregunta qué te pasa, pero tú ni siquiera lo sabes. Solo te sale llorar.
Nuestro compañero Álvaro Díaz le ha dedicado un reportaje a este fenómeno de la Disforia postcoital en el podcast Qué Falló en el sexo.
Esto es lo que nos cuenta.
Bien esta escena que podría llamar la atención de muchos puesto que el momento de tener sexo se asocia a placer, a diversión y a liberación, es más natural de lo que creemos. Según el estudio Postcoital Dysphoria: Prevalence and Psychological Correlates realizado por Schweitzer, O’Brien y Burri recoge que un 46% de mujeres en total de 232 encuestadas, ha vivido una situación así en algún momento de su vida. Aseguran haber tenido sensaciones de tristeza, melancolía o malestar general, tras un encuentro sexual en el que todo discurría con aparente normalidad. Bien, a este fenómeno se le conoce como disforia postcoital.
Y si esta situación se repite con frecuencia podría acabar mermando el deseo sexual, ya que se asocia tener relaciones íntimas con pasar un mal rato, además de suponer un distanciamiento con la pareja o persona que está conociendo e incluso, una sensación de rechazo.
Tal y como explica Gil Vera en el artículo Disforia postcoital sexual en la vida conyugal, esta situación puede darse en hombres y mujeres y el motivo que lo explica es una respuesta natural del cerebro. Este órgano reacciona después de que los efectos de la dopamina, las endorfinas, la oxitocina y la prolactina ,causadas después del orgasmo, comienzan notoriamente a disminuir. Dicho de otra manera, se produce el efecto inverso: tras el subidón viene el bajón.
Las hormonas son las responsables de que sintamos diversas emociones después de vivir el orgasmo o disfrutar al mantener relaciones sexuales. Sin embargo, algunas de esas situaciones son más frecuentes que otras. Es recurrente que los hombres después de tener sexo tengan ganas de dormir a causa de la prolactina. Pero también es frecuente que tú o la otra persona reaccionéis sonriendo, con ganas de dar y recibir cariño… Y esto es a causa de las endorfinas que te generan ese estado de felicidad.
Saber todos estos efectos y todas estas situaciones puede ayudar a entender algunas cuestiones de por qué nuestro cuerpo reacciona de una determinada manera. Si a alguien le comienza a entrar sueño no significa que esa persona sea insensible o poca cuidadosa con la otra. Y, al contrario, si alguien quiere abrazarte, acariciarte y besarte después de tener un encuentro sexual, no tienes que pensar que esa persona está enamorada de ti.
En cualquiera de los casos, no se puede reducir toda esta situación al comportamiento humano y al ámbito sexual. Es necesario también tener en cuenta otros aspectos psicológicos y sociales para entender este contexto, así los recogen las expertas. En lo que concierne a la disforia postcoital es importante tener en cuenta que se asocia a situaciones de abusos, malestar psicológico y limitada educación afectivo sexual.
Aunque para llegar a este último punto sería importante atender lo que sucede antes y después del encuentro sexual y no solo el durante. El antes se refiere al deseo y a las ganas que te llevan a intimar con una persona y si estas son altas, mejor. El después hace referencia a que el momento de clímax no siempre tiene que ser el orgasmo ya que se puede disfrutar del sexo, pero sin alcanzar este. Conocer por qué pasa cada cosa puede ayudar a entender mejor que es lo que sucede e incluso, a mejorarlo y a “dejarse fluir” más. Tener una vida sexual a satisfactoria también es sinónimo de salud.
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