Aunque feliz de haber puesto el motor en marcha de nuevo, el arranque no ha sido fácil. Cabe recordar que hace apenas unas semanas el artista anunciaba el aplazamiento del concierto en A Coruña que inicialmente iba a servir como arranque de la gira y los siguientes fechados en México. ¿La causa? Una dolencia en sus cuerdas vocales que le imposibilitaba arrancar.
Cuando todo ha estado listo, nada parecía estarlo y por momentos ha necesitado un empujón. «Se arremolinan las dudas en la parte alta de la panza, y se parece un poco a algo malo, como vírico. Por momentos pienso que pudiera ser el virus del mono loco ese, aunque cueste creerlo. Me cuelgo un rato con la sensación de estar poniéndome malo, pero el nivel de decisiones no me permite permanecer mucho ahí, así que se apaga esa alarma«, explica en la sincera reflexión que ha compartido en sus redes.
Esa sensación se alimenta de todo lo que alrededor parecen problemas: «La prueba de sonido no va, es extraña, suena densa, como deslavazada. El recinto es enorme y rebota mucho. Algunos vídeos de la pantalla no están en sincro apenas unas horas antes del show«. La frase de su amigo Mario tampoco le anima. «Dice que hay cosillas por ajustar pero que va a estar bien. Esa info es igual a esto es un desastre, Lei«, añade.
Cuando uno vive una situación así en la que lo que visualizábamos no se ajusta a la realidad, todos los detalles nos resultan molestosos. Es lo que le ocurría a Leiva con el sonido que producía en la habitación del hotel algo que se había atascado en el extractor.
En sus palabras podemos deducir también el importante papel que han jugado los suyos en este arranque de gira. Su hermano Juancho aparece cuando es necesario para hacerle desconectar. «Mi angelillo de la guarda Paz me dice cosas bonitas y me da un beso. Ella es el elemento “casa” que cuando uno está de gira necesita. Igual que Fede«, expresa el de Histéricos.
Al salir al escenario, el público se convierte en el eslabón que faltaba para que el engranaje funcionara a la perfección. Así define Leiva lo vivido en Bilbao:
Bilbao, como siempre, me envía rápido un mensaje de cariño que me aporta la confi exacta que necesito para fluir, soltar y conectarme. A veces cantan a muerte, otras escuchan en un silencio hermoso, como si de una coreografía perfecta de público soñado se tratase. Me quitan la estupidez de un plumazo. De repente vuelvo a ser músico, y tengo los dos pies puestos en mi oficio después de dos años silbando.
Nos abrazamos en el back y aplaudimos a Esme -nueva integrante de la banda-, que se ha salido. Me siento a cambiar repertorio y algunos tonos. Cuando voy camino de reunirme con técnicos para variar dimensiones de escenario, ajustar luces, etc. Juancho vuelve a verlo y me dice BASTA con dos txacolís en la mano.
Horas después caigo rendido en el hotel y el ruido del extractor me mece.
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